ACOMPAÑAR EN LA SOLEDAD

 

En otro tiempo en España se celebraba el día del enfermo durante el tiempo de Pascua. El papa san Juan Pablo II extendió a toda la Iglesia esa conmemoración, fijándola el día 11 de febrero, en memoria de la Virgen de Lourdes. Además de ese día, seguimos recordadndo la tradición y celebrando la Pascua del Enfermo, que este año tendrá lugar el día 17 de mayo..

Con ese motivo los obispos españoles han publicado un mensaje que lleva por título: “Acompañar en la Soledad”. Este año 2020, ante este momento tan doloroso causado por el COVID-19, es preciso recordar la invitación de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28).

   Profundizando en el misterio de su persona y participando de su muerte y resurrección, podremos acompañar a cuantos sufren por esta pandemia con la esperanza que procede de Cristo resucitado.

En su Mensaje para la Jornada del enfermo, el papa Francisco decía que estas palabras de Jesús nos “indican el camino misterioso de la gracia que se revela a los sencillos y que ofrece alivio a quienes están cansados y fatigados. Estas palabras expresan la solidaridad del Hijo del hombre, Jesucristo, ante una humanidad afligida y que sufre”.

En la célebre homilía que pronunció el día 27 de marzo, con motivo de la bendición “urbi et orbi” el Papa recordaba el episodio de la tempestad calmada por Jesús. Y decía que  “el Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor”.  

No podemos evadirnos. Hemos de “salir de nosotros mismos para acompañar a tantos como están sufriendo las consecuencias de esta pandemia. Tanto a los enfermos como a cuantos nos cuidan en estos momentos de especial dificultad”.  

Aquella tarde, el papa Francisco nos hacía caer en la cuenta  de “que estamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”. Y así es. La pandemia nos ha hecho ver que todos necesitamos ser cuidados, acompañados y consolados.

Hemos descubierto en muchos corazones el espíritu del buen samaritano. Pero “la transmisión del virus, además de la enfermedad y la muerte de tantas personas conocidas y queridas, nos trae también nuevas situaciones de pobreza como consecuencia de la pérdida de muchos puestos de trabajo. Tocará acompañar otra soledad, no menos dolorosa”. 


Ya el papa Benedicto XVI había escrito que, “gracias a la esperanza, podemos afrontar   el presente, aunque sea fatigoso, puesto que la meta justifica el esfuerzo del camino” (Spe salvi,1).

Junto a nuestros obispos, agradecemos a los sacerdotes, diáconos, y personas implicadas en la pastoral de la salud, la acogida y el alivio que prestan a todos los enfermos, cansados y agobiados.  

José-Román Flecha Andrés

17.5.2010