Bienes que ayudan para el
camino
P. Fernando Pascual
14-4-2020
Somos caminantes. Venimos
desde una larga historia humana. Avanzamos hacia metas inmediatas,
provisionales. Llegaremos un día a la muerte. Detrás de la muerte inicia la
vida verdadera.
A lo largo del camino,
encontramos muchos bienes. El corazón siente necesidad de ellos. Algunos no son
cosas: son personas, familiares, amigos, que dan una mano o que crean una
dificultad.
Para comprender ese camino nos
ayuda la noción de “viático”, un camino provisional que tiene sentido en tanto
en cuanto nos ayuda a alcanzar la meta verdadera.
Es una noción sobre la que
reflexionaron mucho los medievales, al hablar de nuestra condición de “viatores”. En el mundo moderno, Gabriel Marcel también
quiso subrayar ese aspecto provisional de nuestra existencia terrena.
Desde la noción de viático,
podemos comprender mejor el sentido y valor de las diversas realidades que
encontramos a lo largo del tiempo. Gustave Thibon lo explicaba con estas palabras:
“Todo es viático para nosotros
aquí abajo, hasta nuestras viviendas y nuestras patrias, y solo considerándolos
como viáticos podremos mantener una actitud equilibrada (y estable, pues toda
estabilidad reposa sobre un equilibrio) con respecto a las cosas de la tierra”
(Gustave Thibon, “El pan de
cada día”, cap. XVII).
Los bienes son bienes,
subrayaba Thibon, pero no son ídolos, ni pueden ser
vistos como lo absoluto. En cambio, cuando los consideramos como viático, se
convierten en ayuda en la marcha hacia lo eterno, hacia la meta verdadera.
Como enseñaba san Pablo, “el
mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro; y vosotros,
de Cristo y Cristo de Dios” (1Co 3,22‑23).
Si vivimos como viatores, lo que encontramos en cada momento puede servir
para lo único importante: acoger el amor de Dios, y amarle a Él y a los
hermanos.