ENTREVERADO
Con
motivo de la suspensión de las clases y no ver pasar más los niños rumbo a la
escuela su semana se ha convertido en un prolongado domingo.
“Me
aguantas hoy aquí porque como es domingo me engato”
Dada
su condición pensaba era el único de nuestros comensales que podía vivir este
tipo de situación.
No
hace mucho, un viernes, llegábamos a casa y, sentado en un escalón, esperaba
que la puerta fuese abierta para la mesa compartida.
Hablo
con él desde la reja para saber la razón de su presencia. “Estoy esperando
abras para el comedor”. Le explico que los viernes no hay comedor. “Yo pensé
que hoy era jueves”
Él,
también, estaba entreverado con los días.
Para
nosotros, los cristianos, hoy es una oportunidad en la que no podemos
entreverarnos.
Es
la PASCUA y no es una celebración menor en nuestra existencia.
Jesús
resucita vencedor ante la muerte y ello no puede resultarnos indiferente.
Es
la oportunidad para renovar esos sueños que, tal vez, algún día, dejamos morir
en nuestro interior.
Dejamos
morir porque eran un imposible.
Dejamos
morir porque era demasiado utópico.
Dejamos
morir porque carecía de realismo.
Eran
sueños que un día dieron razón de ser a nuestras acciones pero, luego, les
fuimos dejando de lado y se adormecieron en nuestro interior.
Eran
sueños de compromiso con un mundo mejor y de tareas en pos de la dignidad de
todos pero quedaron de lado porque resultaban demasiado exigentes.
Poco
a poco, los únicos sueños que convivían en nosotros eran los de menor esfuerzo
y segura concreción.
Eran
sueños a corto plazo y que nos dejaban el amargo sabor de la insatisfacción.
Sabíamos
sobrevivíamos pero no lográbamos tener el gusto realizador de descubrir
vivíamos porque nuestra vida con pleno sentido.
Es
la gran oportunidad de hacer aflorar esos sueños que descansan en nuestro
interior y volver a jugarnos por ellos.
Son
sueños que necesitan nuestra convicción y nuestra disponibilidad para con
ellos.
Son
sueños que implican nuestro coraje para hacer algo por ellos.
Es,
en cierta medida, animarnos a salir a la intemperie y comenzar a dar pasos en
pos de ellos y su realización.
La
resurrección de Jesús nos muestra que ello es posible porque lo imposible ha
sido vencido.
La
resurrección de Jesús nos enseña a no bajar los brazos y darnos por vencidos.
Con
Él y desde Él todo es posible porque no estamos solos en esta tarea de
concretar los sueños.
Es
tiempo de volver a asumirlos y poner nuestros mejores empeños en pos de ellos.
Es
tiempo de mirar hacia adelante con coraje y optimismo y saber que ellos son
posibles.
Por
ello está bueno poder aprovechar este tiempo de Pascua para renovar nuestro
compromiso con nuestros mejores sueños.
No
podemos entreverar estos días y añadirlos a unos más de nuestro vivir.
Son
días por demás particulares y, parecería, todo conspira contra ellos. La
cuarentena voluntaria nos hace encerrarnos en nosotros mismos y ver la realidad
desde nuestra ventana.
No
podemos entreverarnos y considerarlo un tiempo más porque no lo es. Es un
tiempo demasiado especial.
Por
ello es que es un buen tiempo para dejar aflorar nuestros sueños y comenzar a
jugarnos por su realización.
Padre
Martin Ponce de León SDB