Las Bienaventuranzas (VI)
Como doy, así recibo
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Se
cuenta que un guerrero con un pasado bastante turbio, pero arrepentido, visitó
a un monje para preguntarle si creía que Dios recibiría su arrepentimiento. El
religioso le preguntó: “Dime. Si tu túnica está rasgada, ¿la tiras?” Respondió
el guerrero: “No, la coso y vuelvo a ponérmela”. El monje concluyó: “Por tanto,
si tú cuidas de un vestido, ¿piensas que Dios no va a cuidar de su hijo, que es
su imagen?”
La
misericordia de Dios nos precede. Él nos perdona primero y nos enseña a hacerlo,
y solo luego nos pide que nosotros también perdonemos. De ello reflexionó el Papa
Francisco prosiguiendo con el ciclo sobre las bienaventuranzas, centrándose en
la quinta: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos hallarán
misericordia” (Mt 5, 7).
Nos
lo recuerda el Señor: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es
misericordioso” (Lc 6,36). Y es que la misericordia no es una virtud entre
otras, sino el centro de la vida cristiana: no hay cristianismo sin
misericordia. La misericordia es la única meta verdadera de todo camino
espiritual, es uno de los frutos más bellos de la caridad. “¡La misericordia es
el corazón mismo de Dios!”, señaló el Papa.
2) Para pensar
Santa
Faustina Kowalska fue una religiosa del siglo XX a la que Jesús le confió la
difusión de la devoción a la misericordia de su sacratísimo Corazón. Ella
relata: “Por la tarde, estando ya en la celda, vi al Señor Jesús vestido con
una túnica blanca. Tenía una mano levantada con el gesto de bendición y con la
otra tocaba la túnica sobre el pecho”. De su corazón, abierto con la lanza en
la Cruz, salían dos rayos: uno blanco, simbolizando el agua que purifica, y
otro rojo que simboliza la sangre que es Vida. Jesús le pidió que se pintara su
imagen, poniendo debajo: ‘Jesús, en vos confío’, para ser venerada en todo el
mundo.
El
Señor le dijo a la santa: “En el Antiguo Testamento le enviaba a mi pueblo a los
profetas con truenos. Hoy te envío a toda la humanidad con mi misericordia. No
quiero castigar a la humanidad llena de dolor, sino sanarla estrechándola
contra mi Corazón misericordioso”.
Juan
Pablo II fue devoto de Santa Faustina. Siendo Arzobispo rezaba muchas horas ante
su tumba. Ya Papa presidió su canonización en el año 2000 e instituyó la fiesta
de la Misericordia el primer domingo después de Pascua.
3) Para vivir
Señaló
el Papa que es la única bienaventuranza en que coinciden lo que se nos pide con
lo que nos promete: Quienes ejercen misericordia encontrarán misericordia. Nuestro
Señor nos enseñó el secreto de la misericordia: para ser perdonados, debemos
perdonar.
Para
muchos es difícil perdonar porque han recibido un gran daño y piensan que no se
puede. Ciertamente solos no pueden, hace falta la gracia de Dios, por ello
tenemos que pedirla. Sabiendo, además, que nosotros mismos necesitamos ser
perdonados al estar en deuda con Dios, que es tan generoso, y con los demás. Cada
uno sabe que no es el padre o la madre que debería ser, el esposo o la esposa,
hermano o hermana que debería ser. Todos necesitamos misericordia, pues es como
el aire que respiramos, ya que es nuestra liberación y felicidad. Necesitamos
perdonar, porque necesitamos ser perdonados. (articulosdog@gmail.com)