La Virgen de la Revelación
P. Fernando Pascual
28-3-2020
Era un hermoso día de abril
del año 1947. La ciudad de Roma tenía frescas las terribles consecuencias de la
Segunda Guerra Mundial.
Bruno Cornacchiola,
adventista del séptimo día, había salido con sus tres hijos pequeños a una zona
de las afueras de Roma, cerca de la abadía de Tre Fontane.
Los hechos se suceden de modo
sorprendente. Se pierde el balón de los niños. Lo buscan. Desaparece un hijo.
Lo encuentran paralizado ante una gruta. Se percibe un hermoso y extraño olor.
La Virgen se ha aparecido...
Sí: la aparición de aquel 12
de abril de 1947 fue una sorpresa completa para Bruno. Unos momentos antes,
estaba escribiendo unas notas para confutar a los católicos, sobre todo
respecto de los dogmas marianos.
Los niños han quedado de
rodilla ante la Virgen, a la que llaman simplemente “Bella señora”. Bruno
escucha a la Señora estas palabras: “Soy la que soy en la Trinidad divina...
Soy la Virgen de la Revelación”.
Luego la Virgen reprocha a
Bruno su vida de errores y le habla largo tiempo. Entre otras cosas, le indica
que habrá persecuciones. Luego le invita a volver a la Iglesia católica.
Hacia el final de aquel primer
encuentro, la “Bella Señora” explica a Bruno esa expresión con la que se ha
definido: “Soy la Virgen de la Revelación... la Revelación es la Palabra de
Dios, esta Revelación habla de mí...”
Dos años más tarde, el 9 de
diciembre de 1949, Bruno Cornacchiola consigue hablar
con Pío XII. Entrega al Papa una Biblia protestante, la que usaba para atacar a
la Iglesia católica. Le entrega también un puñal en el que había escrito “Muerte
al Papa”: lo había conseguido años atrás pues esperaba un día asesinarlo...
Pío XII queda conmovido al ver
las lágrimas de Bruno que pide perdón. Y luego susurra ante aquel hombre del
pueblo: “Hijo, el mejor perdón es el arrepentimiento”.
En 1956, el Vicariato de Roma
dio el permiso para construir en Tre Fontane una iglesia pequeña, abierta a todos, para recordar
la aparición de la Madre de Dios en la gruta que todavía hoy sigue allí,
presidida por una hermosa imagen de la Virgen de la Revelación.
El mensaje de las apariciones
que iniciaron en abril de 1947 conserva toda su actualidad, y se puede resumir
en tres puntos (cf. Angelo Maria
Tentori, “La Bella Signora delle Tre Fontane”,
Paoline, Milano 2014, 4 edición, pp. 85-86):
-La conversión de los
pecadores.
-La conversión de los
incrédulos, especialmente de quienes son indiferentes ante Dios y lo
sobrenatural.
-La unidad de los cristianos.
Desde la pequeña iglesia, a la
que en la actualidad se entra por un arco dedicado a la paz, la Virgen de la
Revelación conduce también hoy a miles de hombres y mujeres al encuentro de su
Hijo Jesús, plenitud del mensaje de Amor que el Padre quiso dejarnos para la
salvación del mundo.