Sobre lo que significa ser
cristiano
P. Fernando Pascual
14-3-2020
No resulta fácil encontrar una
buena respuesta cuando alguien nos pregunta qué significa cristiano, cómo se
vive como cristiano de verdad.
Las dificultades se hacen
mayores cuando constatamos diversos modos para señalar lo que para cada uno
parecería ser cristiano. Una enumeración ofrecida hace años puede ilustrar
esto.
Hans Urs
von Balthasar escribió un libro titulado “¿Quién es
cristiano?”. En un momento de su obra expone diversos niveles de personas que
se autodeclaran cristianas, o al menos son vistas
como tales. Lo que sigue se basa en esta obra, si bien con un poco de libertad
creativa.
Algunos son cristianos
simplemente porque han recibido el bautismo, lo cual ha quedado registrado en
la partida de nacimiento de una parroquia. Entre ellos, hay quienes además han
recibido la primera comunión y la confirmación, sin que luego haya nada,
absolutamente nada, de práctica religiosa ni de creencias.
Un gran número de cristianos
estarían en un segundo nivel: el de los bautizados que “cumplen” con el
precepto de la Pascua, pero faltan a cualquier otra celebración (misas los
domingos, oraciones comunitarias, etc.).
El tercer nivel agrupa a los
que van a misa los domingos (con “pequeñas faltas”, sobre todo en el tiempo de
verano). Hay quien diría que “son católicos, pero no fanáticos”. A algunos les
parece “mucho” dedicar esa hora semanal a la misa en parroquia...
Sigue luego el nivel de
quienes no solo cumplen los mandamientos de la Iglesia, sino que además leen
prensa católica, algún que otro libro de espiritualidad o formación, o escuchan
radio o televisión que ofrece contenidos espirituales. Además, buscan vivir los
mandamientos de la ley de Dios, si bien no con excesivo esfuerzo.
En el quinto nivel estarían
los que suelen ser llamados como “católicos fervorosos” (para cierta prensa,
llegan a ser calificados como fanáticos, extremistas o radicales). Von Balthasar los describe de esta manera:
“Los que intentan vivir un
matrimonio auténticamente cristiano, asumir una oración verdaderamente personal
en su vida, preocuparse con auténtico amor por los semejantes, sobre todo los
pobres, abandonados y desvalidos; los que siguen con verdadero interés la labor
misionera de la Iglesia, los que se consagran como sacerdotes al servicio de la
Iglesia y quienes viven en pobreza, castidad y obediencia según los consejos de
Cristo” (H.U. von Balthasar, “¿Quién es cristiano?”,
capítulo 1).
Como toda clasificación, tiene
sus desventajas y sus ventajas. Además, cuando uno mismo se pregunta en qué
nivel se encuentra, fácilmente puede incurrir en errores por defecto (creerse
menos cristiano de lo que es) o por exceso (cuando uno se autocanoniza
en vida...).
Lo importante es, de vez en
cuando, preguntarnos: realmente, para mí, ¿qué significa ser cristiano? ¿Acepto
plenamente ser calificado con ese adjetivo? ¿Noto en mí incoherencias o
fracturas que me apartan de la plenitud de la experiencia en Cristo?
Son preguntas a las que solo
podemos responder con mayor o menor sinceridad cuando nos confrontamos con la
riqueza de la fe católica, con los modelos de santidad que han enriquecido a la
Iglesia, y con ese susurro de Dios en mi conciencia que me invita,
continuamente, a acoger el Evangelio y a vivir en plenitud la experiencia del
dejarme amar por Cristo y de amar a los hermanos...