Voz del Papa
Cómo ganar una herencia
José Martínez Colín
1) Para saber
Para
tomar una decisión hay que cuidar no estar irritados, pues nos impediría
reflexionar con acierto. Aristóteles decía que si actuáramos con ira, seríamos
como un perro casero que cuando oye que llaman a la puerta, corre a ladrar a
quien sea, sin saber si es alguien de la casa o se trata de un extraño.
La
virtud opuesta a la ira es la mansedumbre, la cual se nos invita a vivir en las
bienaventuranzas. El Papa Francisco en su catequesis meditó sobre la tercera:
“Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra” (Mt. 5,4).
El
término «manso» significa literalmente dulce, suave, gentil, no violento. Se
puede saber el grado de mansedumbre que tenemos, según sea nuestra reacción en los
momentos de conflicto. Porque cualquiera puede parecer manso cuando todo está
tranquilo, pero ¿cómo reaccionamos «bajo presión», si somos atacados, ofendidos?
2) Para pensar
Con
la ira se puede destruir el trato con alguien, perder una amistad o arruinar la
relación con un hermano. Por la ira muchos no se hablan y se alejan.
En
cambio, la mansedumbre reúne, conquista muchas cosas. La mansedumbre es capaz
de ganar el corazón, salvar amistades y mucho más, porque las personas se
enfadan pero luego se calman y vuelven sobre sus pasos, y así se puede
reconstruir con la mansedumbre.
Esto
lo aprendió San Juan Bosco cuando era un niño de nueve años. Tuvo un sueño que
le impresionó para el resto de su vida. En el sueño veía a muchos chicos en un
patio que se divertían malamente con groserías y blasfemias. Entonces él,
irritado, intentó callarlos a golpes. Pero en ese instante se le apareció el
Señor y le dijo: “No con golpes, sino con mansedumbre y con caridad deberás
ganarte a estos amigos. Enséñales la fealdad del pecado y le hermosura de la
virtud”. El niño protestó diciendo que era imposible para él, un niño ignorante.
Entonces Cristo le dijo le daría una Maestra, su Madre, quien apareció y le dio
ánimos de emprender la tarea. Entonces en vez de chicos ahora había osos,
perros, cabritos, y otros animales salvajes, los cuales se volvieron mansos
corderos alrededor del Señor y de la Virgen María. Esa era su tarea.
La
historia demostró que el sueño se cumplió con creces al fundar San Juan Bosco
una Congregación que ha educado y acercado a Dios con mansedumbre a miles de
chicos. La «tierra» a conquistar con la mansedumbre es la salvación del
hermano.
3) Para vivir
La
promesa de la mansedumbre es heredar la tierra. Y comentó el Papa, que no hay
tierra más hermosa que el corazón de los demás, ni hay territorio más bello que
la paz reencontrada con un hermano.
Esa
tierra prometida que heredarán los mansos se refiere a la tierra hacia la que
caminamos. Con un juego de palabras, se puede decir que esa “tierra” es el
Cielo.
Finalmente,
indicó el Papa, el manso no es un cobarde o «perezoso», con una moral cómoda
para no meterse en problemas. El manso es el discípulo de Cristo que ha
aprendido a defender su paz, a defender su relación con Dios, los dones de
Dios, la misericordia, la fraternidad, la confianza y la esperanza. Porque las
personas mansas son personas misericordiosas, fraternas, confiadas y con
esperanza.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía
(Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)