Páginas de un diario
P. Fernando Pascual
21-12-2019
Fue un día que parecía
corriente, normal. Arriba, una estrella, con su luz vieja, de cientos de años,
no dejaba de brillar y de sorprenderme
Abajo, los baches de la calle.
Algunos, con restos de agua de la lluvia. Otros cubiertos de hojas de los
árboles. En las esquinas, la basura tirada por desaprensivos.
Los ojos del alma miran hacia
dentro. Hay alegría por un gesto bueno, por ese sacrificio en el que pude dar
algo de mí mismo a otros.
Pero también hay pena. Porque
tantas veces el egoísmo triunfó. Porque no seguí buenos deseos y me dejé
atrapar por mis miedos.
Hay momentos en los que vemos
la propia vida como un cuadro impresionista. Brochazos que parecen sin sentido.
Manchas dispersas que desagradan a primera vista.
Luego, a distancia, se percibe
el conjunto. Puede gustar o desagradar. En ocasiones, resulta muy difícil
descubrir el resultado final de tantos hechos.
Quisiera borrar actos
vergonzosos, traiciones a amigos, perezas que impidieron a mis brazos y a mis
piernas ayudar a quienes pedían auxilio.
Quisiera que hubiera más
brochazos luminosos, desde pinceladas de amor que me sacaron de mí mismo y
alegraron la vida de un familiar o de alguien que se cruzó por mi camino.
No sé cuánto tiempo me quedará
de vida. La sangre de mis venas sigue su flujo interrumpido, mientras mi
corazón bombea con fuerza hasta las esquinas más remotas de los dedos.
En cambio, sí sé que desde una
mirada al cielo puedo descubrir que, más allá de esa estrella vieja, existe un
Dios que todavía confía en mí y me anima a hacer cuanto antes un gesto de amor
a quien lo necesita.
Cierro estas páginas de mi
diario. No sé si mañana la rutina ahogará un flujo nuevo que me invita a una
aventura diferente, donde deje de ser el centro para empezar a preocuparme, en
serio, por mis hermanos.
Pero sí sé que todo puede ser
distinto si mi corazón llora, sinceramente, por los errores y pecados
cometidos, si dejo que la misericordia divina borre ese mal que me aprisiona,
si me lanzo a la aventura maravillosa de los auténticos enamorados...