Hablar con Dios en lo sencillo

P. Fernando Pascual

28-12-2019

 

Es bueno encontrar momentos para estar un rato serenos con Dios: ir a una iglesia, o permanecer en la propia habitación, solo para hablar con Él.

 

También podemos hablar con Dios en muchos otros momentos, con espontaneidad llena de confianza filial.

 

Dios acoge nuestras oraciones, incluso las más sencillas. Una jaculatoria, unas palabras de gratitud, un Avemaría mientras subimos las escaleras...

 

Así, uno habla con Dios mientras tiende la cama o quita el polvo del armario.

 

O cuando estamos en medio del tráfico y, con gratitud, reconocemos lo maravilloso que es tener un poco de salud.

 

O cuando empezamos la comida, con una oración para que Dios bendiga nuestros alimentos y así nutran nuestros cuerpos para el trabajo cotidiano.

 

O cuando tenemos que hacer cola en el ambulatorio médico, al pedir ayuda y consuelo para nosotros o para tantas personas que sufren enfermedades.

 

O cuando nos dejamos arrastrar por el egoísmo y caímos en el pecado, para pedir perdón humildemente e iniciar en seguida el camino del arrepentimiento.

 

Son oraciones a Dios en lo sencillo. Oraciones fáciles, tan fáciles, que se pueden hacer con pocas palabras, o con un canto religioso, o con un texto de la Biblia que nos resulta más familiar.

 

Dios, que es Padre y nos lleva "tatuados" en su corazón (cf. Is 49,16) recibe cada una de esas oraciones con mucho cariño, porque sabe que se las dirigimos como hijos necesitados y llenos de esperanza...