Voz del Papa
¿Por qué 40 días?
José Martínez Colín
1) Para saber
Comenzó
la Cuaresma que, como su palabra indica, son cuarenta días de preparación para
celebrar el misterio Pascual, la obra de salvación llevada por Jesucristo. Como
suele suceder todos los años, el Papa Francisco escribió un mensaje para
reflexionar estos días. En él nos recuerda que la Pascua de Jesús no es solo un
acontecimiento del pasado, sino que siempre es actual, pues por el poder del
Espíritu Santo nos podemos ver beneficiados hoy en día.
Por
eso podemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón,
y ser enriquecidos de sus frutos al experimentar la misericordia de Dios.
Pero,
¿cómo lograr experimentar la misericordia de Dios? El Papa Francisco responde
diciendo que lo principal es ponernos en relación con Dios a través de un
diálogo de corazón a corazón, con ese Dios que me amó y se entregó por mí. Gracias
a la oración, el Señor llega a tocar la dureza de nuestro corazón para convertirlo
cada vez más a Él.
2) Para pensar
Cabría
preguntarse, ¿por qué la Cuaresma es precisamente de cuarenta días? Hay que
remontarse al Antiguo Testamento, donde encontramos que el número cuarenta es
simbólico y representa los periodos más destacados en que se vivieron experiencias
de fe.
En
la Sagrada Escritura encontramos, por ejemplo, que fueron cuarenta días y
cuarenta noches el tiempo en que estuvo lloviendo en el Diluvio Universal. Noé
espera cuarenta días, antes de llegar a tierra firme. Moisés permanecerá en
ayuno en el monte Sinaí por cuarenta días y cuarenta noches, para acoger la
ley. Y al sacarlos de Egipto, son cuarenta los años del viaje del pueblo judío hasta
instalarse en la Tierra Prometida, periodo en que experimentaron la fidelidad
de Dios.
A
su vez, el profeta Elías emplea cuarenta días para llegar al Horeb, para
encontrarse con Dios. Durante cuarenta días los ciudadanos de Nínive hacen
penitencia para obtener el perdón de Dios.
Jesús
quiso también prepararse antes de comenzar su vida pública, y se retiró al
desierto y ayunó durante cuarenta días (cf. Mt 4,2). Significa, pues, un tiempo
de espera, de purificación, de vuelta al Señor, de conversión.
3) Para vivir
Aunque
la muerte de Cristo es dolorosa, en su visión conjunta, donde se incluye su
Resurrección, es causa de alegría, pues fuimos salvados y reconciliados con
Dios. Cristo, aunque murió, vive y reina por todos los siglos. La Iglesia no
deja de anunciar esa Buena Noticia, que es el llamado “kerygma”. En él, dice el
Papa Francisco, se resume el Misterio de un amor «tan real, tan verdadero, tan
concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo».
El
Papa Francisco nos invita a contemplar: «Mira los brazos abiertos de Cristo
crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus
pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa.
Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella. Así
podrás renacer, una y otra vez».
No
dejemos pasar en vano este tiempo de gracia y como nos dice San Pablo, y que fue
el lema de la carta del Papa: «En nombre de Cristo os pedimos que os
reconciliéis con Dios» (2 Co 5, 20).
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía
(Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)