Filosofía, pensamiento y
comunicación
P. Fernando Pascual
3-11-2019
Un buen estudio de la
filosofía modifica el modo de pensar y de expresarse de las personas.
El motivo es sencillo: gracias
la filosofía la mente aprende a precisar mejor los conceptos, a distinguir
entre causas y consecuencias, a separar lo que es un razonamiento correcto y
otro falaz.
Desde luego, la filosofía
conlleva otros resultados de valor, como la adquisición de un amplio bagaje
cultural sobre las reflexiones de grandes pensadores de todos los tiempos.
Pero los cambios que se
producen en las habilidades intelectuales son de gran importancia, sobre todo
cuando hay sociedades en las que la falta de reflexión provoca no pocos errores
y engaños.
Por eso, los que se introducen
en la filosofía de modo adecuado aprenden que los conceptos están relacionados
entre sí de varias maneras, y que una de las destrezas fundamentales consiste
en distinguirlos correctamente.
Es una de las enseñanzas de
Platón y de Aristóteles que llega hasta nuestros días y que estimula a afinar
la mirada interior a la hora de evaluar si sean válidos, justos, beneficiosos,
esta ley, este programa, esta propuesta.
Desde esa mirada no solo
mejora la capacidad de comprender la realidad externa que nos rodea y la interna
que caracteriza nuestra complejidad humana, sino que también mejoran los modos
de expresarse, de promover una buena comunicación con otros.
Decía Ortega y Gasset que la
claridad es la cortesía del filósofo. Lo es, sobre todo, porque el primer paso
para hablar correctamente consiste en pensar de modo serio, ordenado, con las
distinciones que ayudan a expresarse con precisión.
A través, pues, de un pensar
correcto surge un hablar equilibrado, atento a las diferencias, apto para
distinguir entre lo esencial y lo accidental, entre lo seguro y lo que todavía
es tan solo una hipótesis.
En un mundo donde los sofismas
corren como pólvora, donde políticos hablan de modo engañoso y confuso, donde
muchos textos escritos carecen de solidez y de seriedad, la filosofía puede
promover claridades que afinan el pensamiento y mejoran la comunicación.
Por eso, es bienvenida esa
disciplina que por muchos años acompaña la reflexión humana, gracias a grandes
pensadores de todos los tiempos, y gracias también a personas que no aparecen
en los libros pero que han sabido y saben pensar y hablar filosóficamente.