Evitar malentendidos
P. Fernando Pascual
3-11-2019
Evitar malentendidos resulta
más fácil de lo que imaginamos: basta con hablar claro y explicar mejor lo que
uno piensa y desea, teme o espera.
Porque en la familia habría
menos tensiones y más armonía si cada uno expusiera qué prefiere y qué le
molesta en las comidas.
Porque en el trabajo una orden
podría ser mejor acogida si los empleados manifestasen los aspectos dañinos que
ocurrirían si se aplicase a rajatabla.
Porque entre amigos un
comportamiento extraño sería corregido si hubiera la suficiente franqueza para
abrir los ojos a quien va por mal camino.
Muchas de las tensiones,
incluso de los odios, que existen, surgen precisamente al dejarnos arrastrar
por el dolor ante lo que otros hacen.
En realidad, basta un momento
de preguntas y aclaraciones para serenar las aguas, para comprender los puntos
de vista de unos y de otros, y para encontrar modos de convivencia más serenos
y armoniosos.
Por eso, cuando el
comportamiento de alguien nos parece ambiguo, incluso ofensivo, en vez de
encerrarnos en críticas inútiles, vale la pena encontrar unas palabras serenas,
bien pensadas, para interpelarlo y hacerle entender que algo no va bien.
A veces se descubrirá que el
otro había entrado en un camino peligroso, y nuestras palabras podrán
despertarlo para corregir la ruta.
Otras veces, más de las que
imaginamos, descubriremos que ese comportamiento era bueno, y que bastaba un
rato de diálogo para aclararlo todo.
En unas situaciones o en
otras, siempre nos ayudará tener una actitud comprensiva y abierta hacia los
demás. Así, no solo será fácil evitar malentendidos, sino, sobre todo, avanzar
en el cariño que tanto embellece la existencia humana.