La herejía y la ignorancia
P. Fernando Pascual
19-10-2019
Un católico que conoce su fe
por haberla estudiado, sabe identificar en seguida los errores teológicos.
Un católico que la conoce de
modo confuso, puede aceptar fácilmente errores y herejías, casi sin darse
cuenta.
Por eso, uno de los grandes
retos en la vida cristiana es el estudio de la propia fe, un estudio que
permite superar la ignorancia y entrar en el horizonte maravilloso de las
verdades reveladas.
Contamos, para ello, una
hermosa tradición de doctrina recogida en los grandes concilios, especialmente
en los que han aclarado cuáles sean las verdades (dogmas) y cuáles sean las
herejías.
Esa doctrina ha sido luego
enseñada por todos aquellos pastores que, a lo largo de los siglos, han vivido
a fondo su unión con Cristo, su adhesión a la Iglesia y su fidelidad al
patrimonio de la fe.
Recientemente, y gracias a un
largo trabajo, la doctrina católica quedó recogida en un texto aprobado durante
el papado de San Juan Pablo II: el "Catecismo de la Iglesia
Católica".
Al publicar ese texto, en
1992, el Papa explicaba que el Catecismo "es la exposición de la fe de la
Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas e iluminadas por la sagrada
Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia"
(Constitución apostólica Fidei depositum).
Además, el Papa declaraba que
el Catecismo era "regla segura para la enseñanza de la fe" y también
"instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial. Dios
quiera que sirva para la renovación a la que el Espíritu Santo llama sin cesar
a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, en peregrinación a la luz sin sombra del
Reino".
Por eso Juan Pablo II pedía
"a los pastores de la Iglesia y a los fieles, que reciban este Catecismo
con un espíritu de comunión y lo utilicen constantemente cuando realizan su
misión de anunciar la fe y llamar a la vida evangélica. Este Catecismo les es
dado para que les sirva de texto de referencia seguro y auténtico para la
enseñanza de la doctrina católica".
Frente a los lobos que en
nuestros días, como en tantos otros momentos de la historia, asaltan el rebaño
de Cristo y buscan destruir la unidad católica con herejías y engaños de todo
tipo, los católicos tenemos siempre la posibilidad de defendernos con un buen
estudio de nuestra fe.
En ese sentido, el
"Catecismo de la Iglesia Católica" sigue siendo una guía segura,
porque conocer bien la fe recibida gracias a Cristo es el mejor camino para
vivir la comunión eclesial y para renovarnos, como decía Juan Pablo II en el
texto apenas citado.
Las herejías seguirán
creciendo allí donde los divulgadores de errores convenzan a quienes viven en
la ignorancia religiosa. En cambio, esas herejías quedarán aisladas, incluso
vencidas, cuando el buen conocimiento de la fe haga de cada católico un
verdadero hijo de la luz y miembro vivo del Cuerpo de Cristo.