Tener un corazón católico
¿Hago acepción de personas?
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
En
cierta ocasión, un joven racista e intolerante se acercó a un hombre que había impartido
una conferencia sobre “La fraternidad entre los hombres”, en que había alentado
a aceptar, respetar y amar a todos, sin importar su raza o su condición social,
pues será el amor el que nos abrirá las puertas del Cielo. El joven racista le
preguntó enojado: “¿Quiere decir que cuando muera y vaya al cielo, voy a tener
que convivir con negros, judíos, católicos, indios y pobres?”. El hombre calmó
sus temores tranquilamente, respondiéndole: “No se preocupe, joven, si piensa
así, ¡usted no va a ir al Cielo!”.
El
Papa Francisco, continuando su reflexión sobre el libro bíblico de los Hechos
de los Apóstoles, muestra que Dios no hace acepción de personas, su voluntad es
que llegue la salvación a todas las personas. Dios quiere salvar a todos y
desea que sus hijos superen todo particularismo y se abran a la universalidad
de la salvación. Todo bautizado está llamado a colaborar, a salir de sí mismo, para
abrirse a los demás y experimentar la fraternidad.
2) Para pensar
Después
de la Ascensión de Jesús, los nuevos cristianos, así como el pueblo judío, eran
muy conscientes de ser el pueblo elegido por Dios. Ese sentimiento de
pertenencia, los hacía ser muy cuidadosos de no mezclarse con otros pueblos. Estaban
convencidos de que la salvación sólo había venido para ellos.
Será
necesario que haya un rompimiento con ese pensamiento excluyente. Y viene
cuando el Apóstol Pedro, que era la cabeza de la naciente Iglesia, tiene una
visión en que se le muestra que ya puede comer alimentos que la ley marcaba
como impuros, pues ya Dios los ha purificado. Luego Dios envía a Pedro a la
casa de un pagano, Cornelio, “centurión de la cohorte Itálica, piadoso y
temeroso de Dios”, pero que no era judío. En ese hogar de paganos, Pedro
predica a Cristo crucificado y resucitado y el perdón de los pecados. El
Espíritu Santo se derrama sobre Cornelio y su familia. Pedro los bautiza en el
nombre de Jesucristo (Hechos 10, 48).
Era
la primera vez que pasaba algo así: Pedro había hecho algo que iba más allá de
la costumbre y de la ley. Por eso en Jerusalén se escandalizan y se lo reprochan,
pero Pedro había visto la voluntad de Dios y comprender que la elección de Israel
no fue una recompensa al mérito, sino que fueron escogidos para ser medianeros
de la bendición divina que debía llegar a todos los pueblos de la tierra.
3) Para vivir
El
Apóstol Pedro, y con él toda la Iglesia, entienden que no pueden ser un
impedimento para la obra de Dios, que “quiere que todos los hombres se salven”
(1 Tm 2,4), sino que han de favorecer el encuentro de los corazones con el
Señor. La Iglesia es Católica, que significa universal, desde sus orígenes,
recordando lo que Jesús les había mandado: “Id por todo el mundo y predicad el
Evangelio” (Mc 16, 10).
El
Papa nos invita a preguntaros: ¿cómo nos comportamos con nuestros hermanos y
hermanas, especialmente con los que no son cristianos? ¿Obstaculizamos su
encuentro con el Padre o lo facilitamos? Un corazón católico, es un corazón en
donde caben todos, sin excluir a nadie, de manera que llega a identificarse con
el Corazón de Cristo. (articulosdog@gmail.com)