Estar atentos al bien que Dios
pide
P. Fernando Pascual
15-9-2019
Entre las muchas trampas que
pueden apartarnos del bien que Dios nos pide, hay una que engaña con facilidad.
¿En qué consiste esa trampa?
En presentarnos muchos bienes posibles en los que podemos pensar, para
apartarnos del bien concreto que ahora Dios nos pide.
Un ejemplo sencillo, entre
muchos otros, ocurre ante la pantalla de la computadora o del móvil.
Sabemos que un familiar o
amigo necesita un mensaje de cercanía, para animarlo en su fe y para crecer en
la esperanza.
Estamos a punto de empezar a
escribir ese mensaje. De repente, pasa por nuestra cabeza la idea de entrar en
una buena página católica para ver qué novedades ofrece.
La idea es excelente: vamos a
buscar textos, audios y vídeos que seguramente nos van a ayudar a conocer mejor
nuestra fe y a alimentar nuestros corazones.
Pero... con esa idea excelente
dejamos de lado ese bien que Dios nos estaba pidiendo y dejamos para un
"luego" (palabra terrible que arruina muchas vidas) la redacción del
mensaje que necesitaba aquel familiar o conocido.
Por eso, ante tantas opciones
que hay ante nosotros, algunas claramente malas, otras buenas pero que podemos
posponer, vale la pena pedir ayuda a Dios antes de tomar nuestras decisiones.
Podemos rezar a nuestro Padre
de los cielos más o menos con estas palabras: ¿qué bien me pides ahora, Señor?
¿Qué puedo dejar para otro momento, y qué resulta más urgente?
Desde esa oración, estaremos
atentos al bien que Dios nos pide, y evitaremos distracciones, incluso en cosas
buenas, que no merecen nuestra atención.
La vida es breve. El tiempo
pasa veloz. No podemos abarcarlo todo. Por eso necesitamos un corazón
disponible al amor que Dios nos pide ahora, y una generosidad alegre para
llevarlo a cabo en cada instante que tenemos en nuestras manos.