Ocultamientos en el mundo de la imagen

P. Fernando Pascual

8-9-2019

 

El mundo moderno está lleno, casi saturado, de imágenes. Fotos y grabaciones presentan miles de personas y de hechos, desde lo más sencillo y cotidiano hasta lo más dramático y doloroso.

 

Un artista famoso, un gato que cae por la ventana, la desaparición de una gran deportista, el conflicto en un aeropuerto...

 

En el mundo de la imagen, sin embargo, existen miles de ocultamientos. Porque mientras se difunde una foto dramática sobre muertos en una frontera del planeta, cientos de hombres y mujeres mueren en el más completo olvido.

 

Muchos suponen que gracias a la prensa, a los blogs, a las redes sociales y a tantas nuevas posibilidades informáticas, somos capaces de conocer mejor lo que pasa cerca o lejos de nosotros.

 

A pesar de tantas imágenes, existe el peligro, que en numerosas ocasiones se hace realidad, de quedar aprisionados por lo que se difunde hasta olvidar casi por completo lo que ha quedado relegado al olvido.

 

Por eso, mientras muchos alzan el grito ante la enésima imagen de una familia muerta en una playa o junto a un muro, en algunas casas semiabandonadas son agredidos, incluso hasta la muerte, cientos de emigrantes en manos de negreros despiadados.

 

Esos emigrantes sin fotografías, esas víctimas ignoradas por ocultamientos a veces muy bien planeados, merecen tanta atención como la que reciben los que sí aparecen en la prensa internacional.

 

Otras víctimas de ocultamientos son los millones de hijos eliminados en el seno materno a causa del aborto. Esos ocultamientos no solo se producen por falta de imágenes, sino también por una censura capilar que bloquea cualquier intento de hacer visible lo que pasa en el aborto.

 

La lista de ocultamientos es mucho más larga. No solemos ver imágenes de los campos de concentración (les llaman de reeducación) de uno de los países más poblados del mundo. No giran en las redes sociales imágenes de tantas fábricas donde hombres y mujeres, a veces niños, trabajan como esclavos...

 

Es cierto que las cámaras no pueden recoger el enorme caudal de lágrimas y de sangre que tristemente caracteriza nuestra época de desigualdades. Pero también es cierto que las víctimas escondidas merecen la atención de los corazones que aman la justicia y buscan a los más abandonados.

 

Más allá de los esfuerzos humanos que buscan dar voz e imagen a quienes viven tantas tragedias, existe un Dios en los cielos que castigará a quien hizo el mal y nunca se arrepintió, y que consolará las lágrimas de millones de inocentes que, ante el silencio extraño de muchos, sufren y mueren con la esperanza puesta en una justicia divina que llega a todos.