Dos modos opuestos de hacer
política
P. Fernando Pascual
24-7-2019
Un modo de hacer política, si
es que se puede llamar política, consiste en defender la propia ideología, en
atacar sistemáticamente a los "adversarios", en buscar consenso de
los medios de comunicación y las encuestas, en promover al propio partido para
ocupar espacios de poder.
Otro modo consiste en pensar
en el bien de la sociedad, en promover los derechos básicos de las personas, en
buscar caminos que defiendan a los más necesitados, en pactar con otras fuerzas
políticas para lograr buenos objetivos, en arriesgarse a perder consensos con
programas orientados a resultados realmente beneficiosos.
Son dos modos opuestos de
hacer política. Incluso alguno dirá que el primer modo no sería auténtica
política, aunque por lo que parece muchos políticos se comportan como si su
único objetivo fuera promover al propio partido y aniquilar a los opositores.
Al considerar qué es la
política, ciertamente, no podemos dejar de lado lo que hacen los que buscan
puestos públicos, lo que deciden quienes crean partidos y grupos políticos para
entrar en los parlamentos y promover programas de gobierno.
Pero no basta con tener un
programa ni con lograr votos para ser un buen político. Lo que realmente
importa es ver si una persona y un grupo político tienen ideas buenas para
todos, o si simplemente desean dominar los mecanismos de poder para lograr
intereses parciales, ajenos al auténtico bien común.
En un mundo donde la imagen,
la propaganda, las encuestas, los votos, se han convertido en un parámetro
decisivo para los políticos, hace falta volver a las raíces del arte de los
gobernantes para evidenciar su sentido genuino: defender la justicia,
incentivar la convivencia, ayudar a los más desfavorecidos, lograr una sana
eficiencia pública.
Las campañas electorales estarán viciadas mientras busquen engañar a la gente con programas brillantes que solo sirvan para aupar a algunos políticos que desean ocupar el poder, incluso a través de propuestas dañinas. En cambio, tales campañas tendrán sentido y utilidad si permiten identificar a los buenos políticos, a aquellos hombres y mujeres que promoverán el bien común y los derechos fundamentales de todos.