Aigues Mortes
Padre Pedrojosé Ynaraja
He visitado en diversas ocasiones esta preciosa y curiosa
población del sur de Francia, tocando al Mediterráneo, en la región de La Camarga. Creo que en alguna otra ocasión me he referido a
ella, pero no me importa volver a hacerlo por su riqueza emotiva y porque,
seguramente ningún lector recuerda la otra crónica. La totalidad de las
fotografías corresponden a las sacadas hace unos quince días, allí el calor atacaba
exactamente como donde resido, rondando los 40ºC.
Me gusta enseñar Aigues Mortes principalmente a extranjeros procedentes de África,
ya que este tipo de agrupación ciudadana, les es completamente desconocido. Cae
relativamente cerca de donde resido, de manera que en mi último viaje, pudimos
visitarla en una sola jornada y añadir alguna otra población. En total fuero
860km, muy bien aprovechados.
RECTANGULO DE
MURALLAS
La primera singularidad de Aigues Mortes es que está encerrada totalmente en un rectángulo de
murallas muy bien conservadas. Quien está interesado en conocer como era una
ciudad amurallada o quien, por ejemplo ha leído o se ha interesado por los
escritos de Santa Teresa de Ávila, y no entiende sus metáforas, muy propias de
su tierra y de su tiempo, y quiere profundizar en su mensaje, caminar y
observar los muros, torres y fortaleza, le resulta muy útil para entender
párrafos como el que ahora copio: “considerar nuestra alma como un castillo
todo de un diamante o muy claro cristal adonde hay muchos aposentos, así como
en el cielo hay muchas moradas…y en el centro y mitad de todas éstas tiene la
más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el
alma… la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración, no
digo más mental que vocal; que como sea oración, ha de ser con consideración;
porque no advierte con quien habla y lo que pide y quien es quien pide y a
quien, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los labios…” Evidentemente
hoy en día la población reside también fuera de las murallas.
Si el lenguaje místico siempre es enigmático, mucho más
costará entenderlo si las imágenes empleadas por quien habla influido por tales
situaciones, le son muy propias y el que lee se siente alejado de tales
vivencias y de las que le envuelven en su devenir diario. He copiado el párrafo
de la Santa Fundadora porque es el que tenía más a mano, pero en muchos otros
textos de la época clásica, religiosa o puramente literaria, se refieren a
espectáculos como el que aquí se le ofrecen.
ATERRIZO EN TIERRAS
FRANCESAS
Darse una vuelta en coche recorriendo y admirando sus muros
por fuera, satisface a todo el mundo, mucho más si antes o después, ha
deambulado por el interior. Puede escoger cualquiera de las monumentales
puertas y penetrar sin temor a perderse. El trazado es geométricamente
perfecto. Paralelas en un sentido, perpendiculares en otro. Y lo curioso del
caso es que el terreno era casi pantanoso, sin segura capacidad para sujetar
los cimientos. Pero el Rey lo quería, necesitaba una población y su
correspondiente puerto, pues, la Francia de ese momento no tenía salida propia
al Mediterráneo.
Añádase las salinas que existían y todavía existen, para
reconocer su valor estratégico. Y para colmo un brazo del Ródano pasa a su
lado, permitiendo la navegación de menor calado.
Vuelvo a repetir que cualquier puerta es útil para entrar y
gozar de su ambiente y para llegar a la plaza central, donde se erige
solemnemente una estatua del Rey Luis IX, conocido generalmente como San Luis,
rey de Francia. Es el protagonista, sin duda, de la historia de esta población.
"A LA MEMORIA
DE SAN LUIS...
Muy próximo a este monumento encuentra uno la iglesia “Notre
Dame des Sablons”. A la derecha de su entrada, una
lápida vuelve a situarnos en glosa histórica. En ella se lee en lengua francesa
lo que ahora traduzco: “A la memoria de San Luis y de sus caballeros que
recibieron la cruz en esta iglesia de las manos de los cardenales-legados E. de
Chatauroux y R. de Chevrieres
para la VII Cruzada 25 de agosto 1248 y la VIII 1º de julio 1270 +Dios lo
quiere+ Aiguesmortes en reconocimiento de su regio
fundador. Nunca se olvidará la memoria inmortal.
No puede uno entonces olvidar a Pierre l'Ermite
(1053 - + 1115), o Pierre d'Amiens, ou Pierre d'Achères, el religioso
francés que siguiendo la iniciativa del Papa Urbano II en Clermon,
enfervorizó al pueblo con el lema « Dieu le veut » (Dios lo quiere) consiguiendo entusiasmar a un
puñado de idealistas que partieron de inmediato a rescatar el sepulcro del
Señor. Consiguieron llegar a Jerusalén, pero su humilde gesto, ni
siquiera se inscribe en la lista de las Cruzadas.
Si complejo es el fenómeno de las Cruzadas y no haré hoy otra
cosa que rememorarlas, no se puede negar la buena fe de Pedro el Ermitaño, que
hay que situarlo en sus inicios y del santo Rey Luis IX, que cayó prisionero
en la séptima, pero que, conseguida la libertad, se puso al cabo de un
tiempo de nuevo frente de la VIII, muriendo de enfermedad, sin poder proseguir.
La imagen del Rey en su interior, sus reliquias y el
pétreo relieve en el muro, no nos permiten olvidar esta etapa de la piedad
cristiana de la que otro día hablaré.