RIQUEZAS RESPONSABLES
Padre Pedrojosé Ynaraja
Acabo mis comentarios, o más bien mis críticas, a la posesión
de riquezas desaprovechadas para el bien general y apropiadas por algunos para
egoísta posesión.
Voy a referirme a la parábola de los talentos (Mt 25, 14) y
la de las minas (Lc 19, 13) que contienen la doctrina
evangélica más exigente en el terreno cristiano. Sí, más que en otros ámbitos,
a los que se refiere la gente. En ambas se hablan de monedas que ni siquiera
existieron, eran exclusivamente grandes valores monetarios, por tanto la mejor
traducción, creo yo, sería decir lingotes de oro.
En una y otra, quien recibe el capital, debe darle
rendimiento y si son tres los protagonistas, en las dos, los que más reciben,
son curiosamente los que con ellas negocian. El tercero, en las dos
narraciones, se reduce a encerrarlo escondido, es decir, de alguna manera,
ignorarlo.
En nuestra sociedad o cultura, existen unos valores
personales que, generalmente, los responsables ignoran o acallan: la juventud.
Si en algún momento quieren establecer contacto, se limitan a decir que son el
futuro, o la esperanza, de la sociedad, o de la Iglesia. Auténtica
perogrullada. ¿Quién iba a serlo si no? Implícitamente se les advierte que no
valen para nada, que, en todo caso, cuando acaben los estudios, o pasen algunos
años, solo entonces, se les aceptará sus servicios, hasta ese futuro o
futurible, son miembros inútiles de la Iglesia. ¡Chitón! ¡A callar, obedecer y
estudiar! En todo caso se les ofrecerán juegos o alguna prueba o campeonato,
nada más, son cristianos en la reserva, como máximo. ¿Pensaron de manera
semejante quienes vivieron cerca de Tarsicio, Dominguito, Domingo Savio, María Goretti, etc.? (he
citado los que en este momento se me ocurren, existen muchos más inscritos en
el Martirologio Romano). Están en proceso de beatificación, que ahora recuerde,
dos niñas de 5 y 6 años. Nadie les dijo a los tales que eran la esperanza de la
Iglesia. Se sentían ellos y ellas Iglesia.
La juventud es un valor de ahora y como tal se ha de
reconocer. Y un valor que se ha de aprovechar, las monedas, como la juventud,
envejecen y pierden valor. En estos tiempos lo entendemos mejor. Si hemos
conservado algún billete antiguo, por ejemplo uno de 1000pts y pretendemos
canjearlo por euros, con lo que recibiremos, tendremos para muy poco, comparado
con lo que en aquella época podía uno adquirir con 1000, la cantidad facial del
papel moneda citado.
Me satisfizo leer hace pocos días lo que el Papa Francisco
decía a los jóvenes reunidos con motivo del XI Fórum Internacional de Jóvenes,
que tuvo lugar en Ciampino, les recordaba “que están
llamados a ser “luz en la obscuridad de la noche de tantos compañeros que aún
no conocen la alegría de la vida nueva en Jesús”. Y no sólo. Les reitera que
son “el hoy de Dios, el hoy de la Iglesia!” Y que “la
Iglesia los necesita para ser plenamente ella misma”.
Y los que me estoy refiriendo poseen unos valores que no
pueden desaprovechar. Recuerdo muy bien como un sacerdote de la parroquia de
San Cosme y San Damián, de Burgos, nos hablaba a los que nos reuníamos con él y
que contábamos no más de 11 o 12 años. La juventud es un valor, un don, un
lingote, acudiendo a la parábola y se debe rendir.
Más de una vez le he dicho a una chica que era muy guapa, o
simpática. Generalmente se ha ruborizado y me ha dado las gracias. Yo, de
inmediato, le he advertido: que lo seas, te lo advierto, no es para satisfacer
tu vanidad, te lo digo para que seas exigente contigo misma. Tú con tu belleza,
puedes obrar de una manera que yo no puedo conseguir. O a un chico, que también
pueden ser guapos, pero señalo otro don, por poner ejemplo diferente. Tú sabes
tocar la guitarra. Un acorde oportunamente señala agradablemente la necesidad
de un inicio del encuentro, o enseñando y acompañando una canción, alegrar al
grupo, darle un texto de oración, que puede servir para unir la plegaria
colectiva, o darle un sentido de petición, adoración, acción de gracias. Debes
traer la guitarra a nuestros encuentros, o la flauta, o la armónica. Le
recomiendo, con ello entrarás en el grupo y podrás ayudar, sin olvidarte,
cuando estés solo, en casa, o en una iglesia de pedir para que este don le sea
útil a Dios, complemente los planes que para vosotros tiene. Debes
responsabilizarte porque Él cuenta con tus aportaciones. Otro ejemplo posible
puede ser el que es capaz de diseñar, redactar, dibujar...
La juventud, lo he dicho siempre, y ahora me alegro de que lo
recuerde el Papa, es un valor que uno debe agradecer a Dios y también sentirse
responsable de ello. Yo, viejo ahora, también fui joven y estoy satisfecho del
servicio que pude y supe prestar. Me doy cuenta que el ser sacerdote joven me
daba un atractivo que ahora no poseo, pretender ignorarlo supondría criaturadas. Mi deber, en todo caso, es instruir en este
aspecto.
“No solo el futuro, no, el hoy. O la juegan hoy o perdieron
el partido. Hoy.”
No perdáis el tren, que pasa rápido y que si lo tomáis os
conducirá a grandes felicidades y servicios. Jóvenes protagonistas y en acción