Voz del Papa
Precaución con la tibieza
José Martínez Colín
1) Para saber
Cuando
se dispara un cañón, no se apunta al blanco, porque la fuerza de gravedad hace
que la bala pegue más abajo. Se calcula y se apunta hacia más arriba. Lo mismo
pasa en la vida espiritual: si nuestras aspiraciones no son elevadas, el lastre
de nuestras miserias hará que ni siquiera esa pequeña altura alcancemos y
caigamos. Como decía alguien: “Apunta a la luna, si fallas, llegarás a una
estrella”.
Si
no luchamos por ascender, poco a poco nos vamos deslizando hacia abajo y caemos
en la tibieza. Algo así le sucedió al Apóstol Judas Iscariote. En el primer
capítulo de Los Hechos de los Apóstoles, se relata la elección de un nuevo
Apóstol, pues Judas se había quitado la vida aplastado por el remordimiento
después de haber traicionado a Jesús. Pero esa traición no fue una acción
inesperada. Comenta el Papa Francisco que Judas ya había comenzado antes a
separarse del Señor y de los demás, se había aislado y aferrado al dinero, perdió
el sentido de su entrega hasta permitir que el virus del orgullo le infectase
su mente y su corazón, transformándolo de “amigo” en enemigo de tal forma que
incluso guía a los que arrestaron a Jesús (cfr. Hechos 1:17).
2) Para pensar
Siguiendo
con su reflexión sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles, el Papa
Francisco nos señala cómo no faltaron dificultades y traiciones en el inicio de
la Iglesia. Judas había recibido la gran gracia de formar parte del grupo de
amigos íntimos de Jesús, pero se alejó de Él en su corazón poniéndolo en las
cosas pasajeras.
Hace años decía el Cardenal Ratzinger que la humanidad se encuentra
algo así como pendiente de prevenir una hecatombe exterior sea nuclear, fuego, calor,
hambre, etc., y pendiente de todo eso ignora que está enfermo por dentro de un cáncer.
Por tanto, no morirá de esos peligros externos, sino de la descomposición de su
propio interior. Con ello se quiere indicar que el peligro del hombre es la de
ser destruido desde dentro por la propia decadencia moral. Está como
hipnotizado por evitar catástrofes y banaliza las costumbres morales que matan su
corazón.
Pensemos si no estamos descuidando nuestro corazón, por atender lo
menos importante.
3) Para vivir
Si
nuestro ideal es grande, por mucho que fallemos en su realización, llegaremos,
sin embargo, a una altura razonable. Apuntar siempre alto, si no, tendemos a
bajar.
Ante
la deserción de Judas, los Once no se desanimaron y se hicieron responsables de
que la Iglesia fluyese en la historia. Y como necesitaba ser reconstituido el
grupo de los Doce, escogen con la ayuda divina a Matías como Apóstol para dar
testimonio de Jesús resucitado.
También
nosotros, dice el Papa, debemos redescubrir la belleza de dar testimonio del
Resucitado, saliendo de actitudes autorreferenciales, renunciar a retener los
dones de Dios y sin ceder a la mediocridad, no apegarnos a cosas y dones. Convertirnos
en martyres, es decir, testigos luminosos del Dios vivo. Igual que los
discípulos que permanecieron unidos en torno a la Madre de Jesús, preparándose
para recibir al Espíritu Santo, también contamos con la ayuda del Espíritu
Santo y de la Virgen María para seguir construyendo la Iglesia.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y
Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra). (articulosdog@gmail.com)