Los drusos (2)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Es bastante común oír cuando a alguien se le pregunta en qué
piensa ocupar sus vacaciones, que responda: todavía no tengo decidido a donde
ir. Y si uno indaga algo más, responderá qué desea visitar algún país en el que
nunca haya estado, simplemente por conocerlo o porque le han dicho que es
barata la vida allí. Se incorpora a algún itinerario establecido, en el que
está incluido el trasporte, la estancia en hoteles de muchas estrellas, los
desplazamientos y los guías. Al volver trae su celular repleto de selfies, todos semejantes: un primer plano en posturas
esperpénticas, siempre semejantes, ante un borroso fondo que apenas puede uno
saber a qué lugar corresponden. Si se trata de gente joven dirán que se moverán
sin un programa previsto, alojándose en albergues, donde se puede conocer a
mucha gente. Como el inglés se ha generalizado, en cualquier sitio puede uno
quedarse y hablar, cantar o reír. Recuerdo que en uno de estos albergues, al
pie del Mont Blanc, la
recepcionista ni siquiera sabía francés. Se limitaba a tomar nota, cobrar e
indicar donde se encontraba el PC. Pese así llamarlo, yo no me atrevo a decir
que a esto se pueda considerar turismo.
EN SILENCIO
Dicho lo cual, confieso que mi proceder respecto a lo que
escribo estos días ha sido semejante. Nuestro interés ha sido siempre la fuente
del Jordán que en el evangelio aparece con el nombre de Cesarea
de Felipe y en la actualidad Banias. Pasar un buen
rato en silencio permite escuchar como si fuera el eco de las palabras del
Señor que dirigió a los apóstoles ¿y vosotros quien decís que soy yo? Que nos
suenan a nosotros insistentemente ¿y tú quien dices que soy yo para ti? Se le
suma a esta visita, generalmente, la de Tel Dan, su maravillosa vegetación y
torrentes de agua, sumado al templo que las tribus del norte levantaron como
consecuencia de las rencillas que hubo entre Jeroboan
y Roboan y que causó la división del pueblo escogido
en dos reinos, que en ciertas ocasiones fueron rivales.
Sale uno como aturdido de la profunda reflexión y le va muy
bien fijarse en una solitaria iglesita dedicada a San Pedro a mano derecha y en
las estribaciones de la cordillera del Líbano a su izquierda. Tiene delante una
carretera asfaltada por la que también podrá llegar al Lago, sin repetir el
mismo camino que le ha traído. Lo más propio es que se dirija hacia ella y
prosiga mirando a uno y otro lado, con cierta displicencia.
OTRA VEZ
Con tal indiferencia he llegado yo,
una y otra vez, a los Altos del Golán. El paisaje de interés humano, ya lo
dije, se reduce a campos minados, ruinas de Quneitra,
oficiales de la ONU desplazándose en blindados, algún que otro israelí que se
mueve con precaución fuera de su asentamiento y, si se empeña, verá algún druso
que ni siquiera volverá su mirada a observar el vehículo que pasa. Poco sé del
pueblo druso, un amigo mío franciscano había tenido contactos personales con
ellos, había conseguido la confianza de sus notables y hasta me enseñó los
libros sagrados que rigen sus oraciones y normas de vida que le habían
regalado. Murió prematuramente y no sé qué alguien más haya podido establecer
contactos personales con ellos.
PRIVILIGIADO Y ÚNICO
Y es que ideas como las podamos tener nosotros de apostolado
o misionero de la propia fe, proselitismo, convivencia, entrelazado de vínculos
amorosos entre miembros de diversas comunidades, no existen, pertenecen a
costumbres totalmente ignoradas, es más, están prohibidos, (lo digo aunque leo
que en la práctica se toleran tácitamente en algunos casos. Ya me referí la
semana pasada al matrimonio que cuidaba el área franciscana de Mágdala, que el marido era musulmán y la esposa drusa). El
druso siente ser pueblo privilegiado y único, con sus normas sociales, sus
preceptos religiosos y su estabilidad territorial. He leído por ejemplo que en
España, consecuencia de algún fenómeno migratorio, existe una familia drusa.
Pura excepción.
Mientras va cruzando el territorio se descubre alguna parada
donde puede uno comprar fruta y adquirir dulces, muy dulces, miel y azúcar
siempre abundan, conseguirlo es sencillo, no es preciso hablar, nadie pregunta,
se alarga un puñado de monedas, le devuelven el cambio y sonríen, eso sí,
sonríen siempre. Al menos esta es mi experiencia.
RELIGIÓN INICIATICA
Los varones visten totalmente de negro, todos se dejan crecer
el bigote y se cubren de un gorro o casquete blanco. Ya he dicho que como
cualquier turista de hoy en día, he mirado, y de poco más he tenido tiempo. Por
internet consigue uno bastante información, que tal vez resuma la próxima
semana. Señalo hoy exclusivamente que como dije, su religión es iniciática. Sus
misterios son conocidos por una mínima elite, los demás se contentan con
aceptar una fe monoteísta, acomodarse al entorno, aunque sea ficticiamente y
con la única pretensión de salvar el pellejo hasta enrolarse en ceremonias u
otros actos cristianos o musulmanes. Fingir para salvarse no lo tienen
prohibido. Acuden a rezos comunitarios y enseñanzas los jueves. No existe entre
ellos la oración individual, sea mental o vocal.
PECULIARES CALZONES
Cuando he viajado con algún judío israelí, se ha referido a
ellos con sorna y cierta simpatía envuelta en jactancia solapada. Me decía un
guía judío en cierta ocasión, que el motivo por el cual los hombres visten sus
peculiares calzones es porque, según ellos creen, el mesías que un día les
llegará nacerá de un varón y los anchos vuelos de entrepiernas son precaución
para que si ocurre sin tenerlo previsto y preparado, esa central pernera,
impida que se golpee en el suelo. Reconozco que por más que he buscado, no he
encontrado nada al respecto y que seguramente, lo que he contado, es una de
tantas muestras de autosuficiencia y orgullo tan propio de los que han
conseguido ocupar estas tierras, con tesón y empeño militar.
Los informes recogidos en conversaciones espontaneas son que
la parte de esta cultura que vive en este llano, es un pueblo pacífico, que
algunos varones hasta se llegan a incorporar al ejército hebreo, a diferencia
de los que habitan en tierras libanesas, que se alían con Hezbolá
(o Hizbulá) conjunto terrorista asomado a la frontera
tan próxima desde la que bombardean terrenos que considera el estado de Israel
como suyo y que el “señor” de EEUU actual se lo reconoce. Ciertamente que la
autodeterminación de Israel como estado judío, dictamen incorporado a sus
constituciones, les irritó y se manifestaron en su contra, como también lo
hicieron palestinos, cristianos o musulmanes, que legítimamente habitan tierras
judías desde la creación y división de Tierra Santa, al admitir la ONU ambos
países en 1948.
MINAS ANTIPERSONALES
He de reconocer que lo que uno nunca olvida uno son las
señales internacionales de minas antipersonales. Si se observan con curiosidad
en aquel momento y se las fotografía, en llegando a casa y recapacitando que
allí y por el ancho mundo, tantas como estas invisibles armas, que se han
depositado escondidas, hieren y mutilan, principalmente a niños que sufren, que
difícilmente podrán jugar y tampoco podrán acudir a ninguna escuela. Detalles
de estos, convierten la peregrinación a los lugares santos del Señor, en
meditación sagrada de pasión y muerte actual de niños inocentes, tan queridos
de Dios.