USAR Y TIRAR (2)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Me refería la semana pasada al individuo que envuelto en
actitudes de amistad se aprovecha de uno, es un chupón. Se podría dar el mismo
calificativo a las organizaciones que conquistan a alguien por sus apetecibles
cualidades, se aprovechan, los manipulan y marginan cuando ya nada de ellos
pueden sacar, sin haberles dado oportunidad de colaborar. Tal comportamiento es
siempre doloroso. Y con frecuencia también es propio de instituciones que se
llaman a sí mismas cristianas. En determinados momentos, decir que figura en
sus listas una persona de prestigio, viste mucho, aunque ni sus criterios, ni
servicios los acepten.
Hace unos meses fui víctima de una estafa. Quienes me timaron
merecerían un doctorado honoris causa en tal materia. En el seminario nos
enseñaron a vencer a los enemigos del alma pero no aprendimos a librarnos del
fraude. Los que me escogieron sabían muy bien lo que querían y eran duchos en
conseguirlo. Sufrí un engaño y nada más.
Quienes les expliqué el suceso, sintieron lástima de mí por
el mal que me habían causado. No digo que yo me alegrara, no, pero confieso que
no me quitaron el sueño. Me arrebataron dinero, mucho dinero de acuerdo con mi
status personal, pero ¿qué es el dinero? ¿Quién es capaz de darme una
definición exacta del papel moneda? ¿en qué se
diferenciaban aquellos billetes de los que puedo recibir posteriormente de mi
nómina de jubilado? Únicamente en la numeración. Los billetes son todos
iguales. Prefiero no llevarlos nunca en el bolsillo y abonar mis habituales
compras, alimentación y gastos de desplazamiento, mediante tarjeta bancaria.
Cuando me toca manejar billetes, como cuando preciso tocar o acariciar a un
animal, preciso lavarme las manos de inmediato.
Vuelvo al principio, cuando alguien envuelto en actitudes de
amistad, se aprovechan de mí, encuentra lo que busca y desaparece, algo dentro
de mí se resquebraja y por la hendidura del corazón pierdo un poco de
esperanza. Eso sí que es triste, dañino e irrecuperable.