Errores en pronósticos y
previsiones
P. Fernando Pascual
3-5-2019
En libros, artículos,
programas de televisión o de youtube, conversaciones
entre amigos, encontramos pronósticos y previsiones sobre el futuro.
"En X años iniciará una
guerra entre estos dos países. En poco tiempo habrá una crisis de los bancos en
nuestro país. Pronto la gente abandonará esta red social para pasarse a
otra".
El tiempo da la razón o
desmiente muchas previsiones. En el segundo caso, algunos buscan por qué no se
cumplieron los pronósticos. ¿Cuáles fueron las causas de sus errores?
Sin ser exhaustivos,
fundamentalmente hay dos grandes grupos de causas de esos errores: el primer
grupo surge por fallos al recoger y elaborar los datos. El segundo se explica
por la imprevisibilidad de factores humanos o de otro tipo.
Sobre el primer grupo, un
"previsor" que se equivoca en los números, que deja de lado otros
datos relevantes, que los conecta de modo equivocado, seguramente llegará a
conclusiones equivocadas: sus pronósticos solo podrían verse realizados en el
futuro por casualidad...
Sobre el segundo grupo, ni los
mejores analistas, historiadores, economistas, políticos, filósofos, son
capaces de abarcar todos los factores imprevisibles que intervienen en esa
compleja y misteriosa marcha humana que escribe, día a día, la historia.
Como un ejemplo más concreto,
causa pena observar cómo para algunos analistas del momento la paz firmada en
Versalles en 1919 habría sido suficiente para garantizar la concordia entre los
países más poderosos de Europa, cuando apenas 20 años después estallaría la
Segunda Guerra Mundial, mucho más terrible que la Primera.
Alguno dirá que, entonces,
sería mejor no hacer análisis ni proyecciones hacia el futuro. Pero con todos
sus límites, los pronósticos tienen su utilidad si están bien hechos. Porque
con una buena previsión, por ejemplo, sobre la futura falta de alimentos por
factores humanos y comerciales en un determinado territorio, pueden desde ahora
planearse soluciones a medio y largo plazo.
El mundo en el que vivimos
está lleno de incertidumbres, algunas que se explican por la falta de
previsibilidad de ciertos hechos naturales (como un terremoto), otras que son
la consecuencia de las cambiantes decisiones de seres humanos libres y, en
ocasiones, incapaces de usar bien su inteligencia.
Más allá de todas las
incógnitas futuras entre las que caminamos día a día, existe un Dios que conoce
el corazón de cada ser humano, que ofrece esperanza en situaciones muy
difíciles, y que invita a todos a dar lo mejor de sí mismos para ayudar y
acompañar a quienes puedan verse afectados por accidentes y dramas que ni los
mejores analistas del mundo podrán recoger en sus previsiones...