Presencia invisible,
real, cierta, la que acontece para el que cree.
Relación sentida,
amorosa, íntima, para quien se abre a la fe.
Palabra en las
entrañas, conmovidas por el anuncio del ser celeste.
Soledad vencida para
siempre, más allá del sentimiento.
Futuro con horizonte
luminoso, omega de la historia.
Razón de un cántico
continuo, aunque no se oiga.
Fuerza secreta
cotidiana, a pesar del tiempo ya vivido.
Sonrisa transmitida
en las facciones, sin disimulo.
Mirada intuitiva, que
descubre belleza por doquier.
Tierra firme bajo los
pies, sin miedo a la intemperie.
Con andar erguido,
ligero, solidario, por costoso que sea el camino.
Ojos remecidos de
luz, capaces de leer el misterio de la vida.
Razón de levantarse
con ilusión cada mañana.
Vacío vencido, por
estar habitados de amor en lo profundo.
Instante permanente
de asombro emocionado.
Verdad acrisolada,
avalada por mártires testigos.
Aurora asegurada.
Tras la noche siempre viene el alba.
Fiesta del corazón
pudoroso de saberse amado.
Beso sagrado en el
hondón del alma.
Heridas testigos de
sabiduría compasiva.
Historia abrazada de
perdonanza.
Motivo de alegría
expansiva y misionera.
Celebración festiva
de familia ungida por el don del agua.
Testimonio
incontenible de la Buena Nueva.
Paz profunda, por
encima de toda circunstancia
Sello de garantía y
de pertenencia a Jesucristo.
Porque ha resucitado
y camina próximo.
Porque ha acreditado
que está vivo y nos espera.
¡Feliz Pascua!