Psicofármacos y filosofía
P. Fernando Pascual
28-2-2019
Como en otros ámbitos humanos,
la filosofía promueve caminos de reflexión para temas tan concretos como el que
se refiere a los psicofármacos.
¿En qué manera? De un modo
breve, se podrían indicar varias dimensiones filosóficas que están en relación
directa con la producción y uso de estas sustancias.
En primer lugar, la filosofía
evidencia preguntas comunes a todo quehacer técnico humano. ¿Qué busca? ¿En qué
sentido mejora o empeora la existencia humana y los equilibrios del planeta?
¿Qué validez y corrección ética tienen los procesos de investigación y
producción de ciertas sustancias químicas?
Una segunda serie de preguntas
aluden directamente al destinatario: el ser humano. ¿Para qué se usará esta
fórmula, este producto? ¿Ayuda a curar, sirve para potenciar, implica algún
peligro que dañe la dignidad humana? ¿Promueve la madurez o lleva a perder
libertad, conciencia, responsabilidad?
Un tercer grupo de preguntas
va más a fondo sobre lo que es lo propio del ser humano. ¿Cómo es vista la
persona a la que se recomiendan o prescriben psicofármacos? ¿Es solo un
producto casual de un proceso evolutivo? ¿Tiene un alma espiritual o carece por
completo de actividades "superiores"?
El cuarto grupo de preguntas
mira a las obligaciones de quienes recomiendan o prescriben psicofármacos. ¿Se
trata de hacer más fácil el trato con alguien que tiene un carácter difícil o
es parte de una curación que ayudará al "paciente" a asumir mejor sus
tareas humanas? ¿Se imponen las curas como órdenes con un peso legal o son
simplemente opciones que luego cada uno asume libremente, y en qué casos se
puede actuar de una u otra manera?
La lista de preguntas podría
ser mucho más larga. En el fondo de ellas late el deseo de profundizar en qué
medida la existencia de un ser humano, con sus dificultades, crisis,
esperanzas, miedos, necesitaría, para mejorar, usar sustancias que actúan sobre
su sistema nervioso o sobre su organismo en general, y en qué medida sería
bueno evitar tales sustancias para acometer un camino diferente, desde las
capacidades que cada uno posee en sí mismo.
La filosofía puede contribuir,
con preguntas como estas y parecidas, para dar luz a la hora de producir y usar
sustancias que alteran los modos de pensar y de comportarse de las personas.
De esta manera, será posible un sano esfuerzo orientado a evitar acciones que despersonalicen a quienes consumen ciertos fármacos, y a promover otras intervenciones que sirvan, en el máximo respeto de la dignidad humana, a la mejora de quienes sufren por situaciones y problemas más o menos graves en su mente y en sus comportamientos.