Ofrecerse para ayudar

P. Fernando Pascual

8-2-2019

 

Tantas situaciones humanas llevan a lanzar peticiones de ayuda: para turnos de noche en un hospital, para trabajos de limpieza en días festivos, para atender como voluntarios en un asilo de ancianos, para preparar las celebraciones del aniversario de una escuela, y un largo etcétera.

 

También las peticiones llegan de un modo familiar. Un nieto envía un mensaje por WhatsApp a la familia para pedir ayuda en la atención en tales días de la semana del abuelo necesitado.

 

Cuando llegan las peticiones a los destinatarios, a veces se percibe un extraño silencio en las respuestas: pocos, en ocasiones nadie, dan el primer paso para decir que están disponibles, que se ofrecen para este día o para el otro.

 

Ofrecerse no es fácil. En parte, porque muchos ya se sienten agobiados ante tantos asuntos pendientes y trabajos de mayor o menor responsabilidad. En parte, porque otros están sumergidos en una cultura del aislamiento que les lleva a pensar solo en sí mismos y no quieren problemas ni esfuerzos extras.

 

Gracias a Dios, existen muchas personas que se ofrecen de un modo ejemplar. Incluso hay casos sorprendentes de hombres y mujeres que ya están muy cargados de trabajo que son los primeros en anotarse en la lista de voluntarios para tal o cual petición de ayuda.

 

En un mundo donde abundan las prisas y también donde la tecnología ha llenado los corazones de "necesidades" que no lo son realmente, hace falta despertar el interior bueno de las personas para percibir los problemas de otros y para lanzarse a colaborar en las tareas que lo requieren.

 

Cuesta, no podemos negarlo, sobre todo si uno encuentra indiferencia y apatía en quienes podrían arrimar el hombro. Pero vale la pena, no solo como parte de los deberes sociales que a todos nos afectan, sino desde el deseo sincero de ayudar a otros cuando hay necesidades que requieren más esfuerzo y atenciones.

 

Llega un nuevo mensaje que pide "voluntarios" para una tarea en el hospital este fin de semana. Ojalá que haya tantas respuestas positivas que la carga se haga menos pesada, y que sea posible ofrecer un buen nivel de atención y acogida a los enfermos que perciben con gratitud la llegada de manos amigas y generosas para aliviar su soledad y sus sufrimientos.