Pueblos y Estados aislados
P. Fernando Pascual
15-2-2019
En algunos lugares del planeta
habitan pueblos aislados. ¿Aislados de qué? De emigrantes no deseados, de una
técnica no apreciada, de ideas rechazadas porque podrían alterar el modo de
vivir, de virus o bacterias que podrían traer los forasteros.
Entre esos pueblos aislados se
encuentran grupos indígenas que mantienen su distancia de la "civilización
tecnológica" en algunas zonas amazónicas. Otro pueblo aislado, menos
famoso, vive en Sentinel del Norte, una isla del
océano Pacífico en la que fue asesinado un misionero estadounidense que allí
había llegado en noviembre de 2018.
En otros lugares, existen
niveles mayores o menores de aislamiento. Por ejemplo, en algunos valles de
difícil acceso, o en lo alto de mesetas o montañas. No han faltado, a lo largo
de la historia, pueblos o Estados que han optado por cerrar sus fronteras y
promover sistemas más o menos eficaces de aislamiento.
Incluso entre los que son
vistos como Estados modernos, caracterizados por un alto uso de tecnología y
numerosas relaciones con otros Estados, hay grupos que promueven y estimulan
medidas a favor del aislamiento: levantar muros, controlar fronteras, disminuir
las importaciones, poner obstáculos a la inmigración.
¿Por qué un grupo humano, sea
cual sea su organización interna, busca aislarse? Cada pueblo podrá dar sus
respuestas, pero en ellas siempre se hará presente el deseo de preservar el
propio modo de vivir más o menos inalterado, al mismo tiempo que se percibe la llegada
de inmigrantes como un peligro o amenaza a tal modo de vivir en sus costumbres,
creencias religiosas, etc.
Lo anterior supone dos ideas
muy sencillas: aceptar que es bueno (o al menos no es malo) vivir como ya se
vive; y sospechar que la introducción de cambios dañaría ese modo de vivir,
incluso hasta provocar luchas, enfermedades u otros perjuicios más o menos
graves.
Esas ideas, desde luego,
necesitan ser justificadas. Primero, porque no siempre resulta claro que vivir
aisladamente sea beneficioso. Segundo, porque en ocasiones un influjo externo
puede provocar mejoras incluso en sistemas que tienen muchos elementos buenos.
Bastaría con recordar cómo
algunos pueblos han sido presionados desde el exterior para suprimir la
esclavitud, para dejar de hacer sacrificios humanos, o para promover un
auténtico respeto hacia la mujer.
Algunos pueblos y Estados han
buscado y buscan niveles mayores o menos de aislamiento. Esta búsqueda merece
ser analizada en profundidad, para descubrir si se trata de algo bueno, que
defiende y conserva modos sanos de vivir, o si llevaría a perpetuar costumbres
y tradiciones que pueden ser dañinas, sobre todo para los miembros más débiles
de un grupo social concreto.