Un termómetro que mide la
confianza en Dios
P. Fernando Pascual
8-2-2019
Confiar en Dios es uno de los
modos más hermosos de vivir, algo que resulta posible cuando meditamos y
recordamos los muchos beneficios que recibimos continuamente del Padre.
Existen diversos modos para
medir el nivel de nuestra confianza en Dios. Uno resulta sumamente sencillo y
muy fácil de aplicar.
Se encuentra en el libro
titulado "El combate espiritual", escrito por el P. Lorenzo Scupoli (1530-1610).
En el capítulo 4, el P. Scupoli explica cómo reconocer si ya hemos aprendido a
desconfiar en nosotros mismos y a confiar completamente en Dios.
"Si el que desconfía
mucho de sí mismo y confía mucho en Dios comete alguna falta, no se maravilla,
ni se turba o entristece, conociendo que su caída es efecto natural de su
flaqueza, y del poco cuidado que ha tenido de establecer su confianza en Dios".
Así de sencillo es este
termómetro: si uno confía en Dios, no se desanima al pecar; si uno se desanima,
es que no confía...
Porque cuando uno es
consciente de su debilidad, cuando tropieza y cae lo constata nuevamente y en
seguida refuerza su confianza en Dios.
El P. Scupoli
seguía su texto con esta reflexión: el que ha caído, "con esta experiencia
aprende a desconfiar más de sus propias fuerzas, y a confiar con mayor humildad
en Dios, detestando sobre todas las cosas su falta, y las pasiones desordenadas
que la ocasionaron; y con un dolor quieto y pacífico de la ofensa de Dios,
vuelve a sus ejercicios, y persigue a sus enemigos con mayor ánimo y resolución
que antes".
¿Así de fácil? Cuesta, porque
duele reconocer las propias faltas y pecados, sobre todo si uno ha iniciado un
camino espiritual y durante cierto tiempo ha podido progresar algo.
Pero la humildad abre nuestros
corazones a la confianza. El Dios que tantas veces nos ha perdonado en el
pasado nos perdonará ahora, porque Su Amor y Su misericordia son eternos, como
indican numerosos pasajes de la Biblia.
Así que existe un sencillo
termómetro para medir mi confianza en Dios: observar cómo reacciono ante mis
debilidades.
Ese termómetro, puesto en las
manos de Cristo, me ayudará a superar tristezas dañinas y a promover en mi
corazón un camino de esperanza que me permita abandonarme confiadamente en mi
Padre Dios.