Martirologio Romano (II)

 

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

Acababa la semana pasada preguntando ¿están todos los que son? Y respondía que no. Ponía un ejemplo relacionado con mi lugar de residencia. Pero la redacción hube de abreviarla y hoy quiero aportar unas fotografías, que complementarán lo dicho. En la cima del Tagamanent (1.055m) puede observarse unas ruinas que corresponden a la casa señorial o castillo y a su derecha una iglesia. Ambos edificios están en la actualidad en fase de restauración. Son de propiedad pública. Alguna vez celebro misa, con permiso de la autoridad. El territorio parroquial está prácticamente deshabitado.

 

Decia yo, textuakmente, la semana pasada que esido en un municipio que tiene por nombre Tagamanent. El tal corresponde al de un castillo y una parroquia dedicada a Santa María. De este baluarte político militar se alejó un día un jovencito perteneciente a la familia noble que allí mandaba hacia el Monasterio de San Juan de las Abadesas. Tal es el nombre de la población municipal hoy en día. Se distinguió por su bien hacer, por su bondad, por su santidad. Recibe allí y por su entorno, el nombre de Beat Miró de Tagamanent. Su sepulcro es auténtico y precioso. Ocupa un lugar distinguido en el tal monasterio, que hoy es simple parroquia. Tiene una calle dedicada en el lugar y se le celebra allí su fiesta el 11 de septiembre, si es que todavía esto ocurre. Ahora bien, que nadie busque a tal santa persona en el catálogo al que me vengo refiriendo. Se guarda buena memoria de la persona, que existió sin duda y se conserva su sepulcro, pero no se propagó su noticia a la Iglesia Universal., de aquí que esté ausente

 

BEATO MIRÓ DE TAGAMANENT

 

Desde este castillo se dirigiría el joven Miró hacia el norte, ofrecido por sus padres a la Iglesia, seguramente por no ser el heredero. Costumbre de la tierra y de la época era que los segundones fueran militar o clérigo. De su residencia familiar a la nueva, monasterio de San Juan de las Abadesas, le separaban unos 75km por el camino real. Allí profesó como Canónigo Regular de San Agustín y su vida fue ejemplar de tal manera, que se le hizo y dedicó el precioso sepulcro de alabastro, que aparece en la foto, situado en lugar preferente de la iglesia y se le dedicó además una calle del municipio. Advierto que la figura del perro que aparece a los pies del beato significa fidelidad, según me han dicho. Se le venera localmente el 11 de septiembre, día de su muerte en 1161, pero, como ya expliqué, no se comunicó en su tiempo a Roma este testimonio de santidad y no aparece, pues, en el Martirologio.

 

SANTA HILDEGARDA DE BINGEN

 

Testimonio más chocante de que no están todos los que son, es el de Santa Hildegarda de Bingen (1098 – 17-IX-1179). Santa y fundadora, sibila del Rin, profetisa teutónica, son títulos que se le dan. Profundizan hoy muchos más por el ancho mundo, su legado teológico y místico, filosófico, grafológico, poético y literario, botánico y medicinal, culinario y musical, es tema de estudio.¿Quién da más? Pues bien, pese a tanto título y tanto obrar bien y divulgar, su nombre no figuraba en este catálogo de los récords Guinness de santidad, no aparece en el Martirologio, quiero decir.

 

El 10 de mayo de 2012, sin previo proceso y sin el boato propio de las canonizaciones en la plaza, frente a la Basílica de San Pedro del Vaticano, el Papa Benedicto XVI la declaró Santa y Doctora de la Iglesia, para conocimiento oficial universal.

 

LA ESPELTA

 

Su música todavía es interpretada actualmente y sus consejos culinarios y de medicina natural seguidos por muchos y que hasta se ocupan de estos saberes en congresos de categoría mundial. Escribe la santa, y es simple ejemplo, una página y media dedicada a la espelta, cereal muy parecido al trigo, deteniéndose en sus cualidades sensoriales y propiedades terapéuticas y téngase en cuenta que en la época bíblica, el pan de tal semilla era el inferior, que solo comía la gente pobre o los otros, en temporadas de estricta carestía.

 

¿CUESTA DINERO?

 

Pensando en lo dicho, es justo que uno pregunte ¿cuesta dinero una canonización? Evidentemente que en ciertos casos no. Ahora bien, en la común práctica, debe seguirse un meticuloso proceso que supone enorme gasto. Primero interesarse y dar pública noticia de quien se desea llegue a la gloria de los altares. Imprimir biografías y solicitar testimonios de comportamiento. Estimular el interés de los fieles para que se encomienden a la tal persona de manera que gocen de su intercesión y hasta de milagros, que crean se deban a su mediación y que probarlos, médica y forense, supone aumento del presupuesto.

 

Se estudian y analizan sus escritos. Se convocan sesiones. Se recopilan textos que deberán llevarse al Vaticano personalmente, sellados y lacrados, etc., etc. dicho lo cual, puede suponerse que un tal juicio, implica muchos gastos, de aquí que muchas canonizaciones correspondan a fundadores o fundadoras. Lógicamente, los miembros de las órdenes, congregaciones o prelaturas desean ver reconocidas virtudes y confiar más en la rectitud de su iniciador.

 

Pero, en ciertos casos, personales iniciativas pontificias, han acelerado y simplificado los juicios, estimulado la labor de los estudiosos, etc. Hago mención de Teresa de Calcuta, Romero de América y Juan-Pablo II, que a nadie extrañará, ni a otros irritará, por cuyo motivo no me atrevo a poner otros ejemplos.

 

LA INFABILIDAD PONTIFICIA

 

¿Son todos los que están? Es lógico preguntarse. Parece ser que en declarar que un cristiano se ha salvado eternamente, está comprometida la infalibilidad pontificia. Ahora bien, admitido lo cual inicialmente, es preciso preguntarse ¿la totalidad de su vida fue santa? Evidentemente que excepto el caso de Jesús, Señor nuestro, y su Madre Santa María, ninguna vida ha sido totalmente perfecta. ¿Es imitable el testimonio de todos y cada uno de los incluidos en el catálogo? Tampoco esto puede afirmarse. Para que se vea mejor, voy a referirme a una muestra de vida santa que en la actualidad no sería oportuno practicar.

 

En mis tiempos de seminarista, y en el manual de Historia de la Iglesia, se hablaba de los santos estilitas, aquellos que permanecían encima de una columna “donde lo hacían todo”. (las comillas las poníamos nosotros con sorna). Entre los tales se mencionaba a San Simón (Cilicia 390 – Alepo, Siria, 459). Fue el más famoso, pero no el único. El P. Peña, insigne franciscano y amigo mío que lo fue de la Custodia, dedicaba sus vacaciones a ir a Siria con un compañero, estudiar sobre el terreno las tradiciones que podían conseguir, excavar de acuerdo con ellas y encontrada la correspondiente columna, fotografiar, sacar el plano de los restos de interés arqueológico para después volver a cubrir con arena lo encontrado, preservando así lo descubierto para que en mejores tiempo, y sin peligro de profanación, poder mostrar el lugar y forma de santificación de algunos, ya que a las autoridades políticas les irritaba y trataban de destruir e impedir que se supiera, que antes de la que era su cultura y creencias, hubiera habido testimonios cristianos de santidad.

 

SIMÓN EL DEL DESIERTO

 

Mientras pensaba en todo esto, he recordado una película del audaz cineasta Buñuel, aquel que decía que era ateo gracias a Dios. La vi hace años, se titulaba "Simón el del desierto". He buscado por internet y ofrezco dos fotogramas. El film cuenta y parece que sea la historia verídica, que el demonio se le aparece a Simón y le tienta. El santo sale victorioso de todas las argucias diabólicas. Finalmente se adelanta a su tiempo y le muestra el nuestro. Nuestras costumbres y modo de vivir. Tus sacrificios servirán para esto, le dice, y el santo sucumbe. Advierto que no queda muy claro el final de la película por situaciones adversas que ocurrieron en los últimos momentos de su filmación.