Narcisos
y picardías
Padre
Pedrojosé Ynaraja
Me he referido a la primera flor en
otras ocasiones y advierto que entre los naipes bíblicos no está incluida, pero
para mí tiene dos particularidades que me exigen que le dedique unas líneas
estos días. Me he referido al narciso, sí, y respecto a la otra también tengo
particulares motivos para escribir sobre ella. Y que cada uno piensa si es
oportuno, o si les interesa lo que escribiré.
Dos veces aparece el vocablo narciso
en la Biblia. En Romanos 16, 11, Pablo se refiere a una determinada persona que
así se llama. Concretamente dice: Saludad a los de la casa de Narciso, en el
Señor.
Como no podía ser de otra manera, el
narciso es mencionado en el Cantar de los Cantares, dice así: ¡Qué hermoso
eres, amado mío qué delicioso! Puro verdor es nuestro lecho. Las vigas de
nuestra casa son de cedro nuestros artesonados, de ciprés. Yo soy el narciso de
Sarón el lirio de los valles. Como el lirio entre los
cardos así mi amada entre las mozas. Como el manzano entre los árboles
silvestres así mi amado entre los mozos. A su sombra apetecida estoy sentada y
su fruto me es dulce al paladar. Me ha llevado a la bodega y el pendón que
enarbola sobre mí es Amor. (Ct 1,18-2,3).
La cita, evidentemente, podía haber
sido mucho más corta, pero cualquier ocasión me sirve para recordar este
precioso libro bíblico y los lectores sensibles y dotados de capacidades
simbólicas, aprobarán lo que yo he hecho.
NAVIDADES
En un rincón del huerto, junto a mi
casa, brotan del suelo todo el año, unas puntiagudas hojitas de poco más de dos
palmos y que en llegando a Navidad florecen. Este año no han fallado. En mi
juventud, en mis épocas de excursionista, me habían dicho que estas silvestres
flores se llamaban “navidades”. No sé de dónde lo sacaron, pues, por más que
busco en Google, no aparece en los archivos consultados, que tengan esta
denominación. Yo continuaré llamándolas así, pese a que no sea su nombre
apropiado.
Como siempre al llegar a fechas, he
esperado ilusionado que brotaran y enseguida he cortado algunos tallos que
pongo junto al Sagrario. Semejan delicados ángeles,
pero no es esto lo que más me sorprende. Lo admirable es que la flor, en vez de
enojarse porque la desgajaba de su raíz y la condenaba a muerte segura y
mustiarse de inmediato, que fuera lo lógico, permanece erguida y desprende un
agradable perfume que no lo ahoga ni el tufillo de la estufa de butano que
caldea suavemente el ámbito. Todos lo han notado. Así de generosa y elegante
es. Buen símbolo de Navidad, refinada generosidad del Padre. Como todo lo
auténticamente navideño.
SELECTA,
FRÁGIL Y PEQUEÑA
Es selecta, fragil
y pequeña y se mantiene viva durante mucho tiempo. Se lo agradezco mucho a
Dios. Nunca me sale decir en mis adentros: narcisos, bendecid al Señor. Siento
sinceramente, pienso y le digo en cambio: muchas gracias, Dios mío por este don
y que sepa yo imitar desde mi realidad superior humana, la esplendidez del
vegetal y su generosidad, que nunca olvidaré.
Los narcisos de mi huerto son así, los
he fotografiado muchas veces, se lo merecen, hacerlo es piropearlos y alegrarme
con ellos. Ofrecerlos a Jesús-Eucaristía y ahora a los lectores es deber mío
sin duda.
(advierto que
por jardines públicos de ciudad y por otros pequeños o de domicilios rurales,
se ven muchos otros de mayor tamaño tintados, generalmente, de color canela.
Son caprichosos, puede uno comprar los bulbos que darán paso en primavera a
estas flores que exigen pocos desvelos. Carecen, por lo menos los que yo he
observado, de atractivo aroma. Son, pues, y así los considero yo, antojadizos y
presumidos, y nada más).
Por si a alguien le interesa, su
nombre científico, el de los míos, es Narcissus papyraceus.
DISQUISICIONES
Las otras flores que aparecen en este
reportaje no tienen otra razón para que las ponga que el que desde pequeños las
conozco y que a mi madre le gustaban mucho. Eran tiempos aquellos en que quien
apreciaba las plantas, las conseguía gracias a que alguien les regalaba un
esqueje, una semilla o un ejemplar. Hoy en día tener flores es cuestión de
dinero, acudir a la tienda especializada o a un supermercado y comprarlas. Las
cultivan en invernaderos y reconozco que pueden ser bonitas, pero les falta el
encanto de las traídas del bosque o de un rincón próximo a la orilla de un
riachuelo, como las mías. La flor, como el amor y cualquier otra belleza,
debiera ser siempre gratuita.
Me había entretenido en disquisiciones
y olvidado que había empezado a referirme a otra planta que aparece en las
fotografías. No sé de dónde sacó mi madre llamarla “enredadera del ay de mí”.
Nunca, a nadie más le he escuchado llamarlas así. Pese a que las tenían en
tiestos, no es vegetal que le guste superficies horizontales y terrosas, más
bien su hábitat son las paredes rústicas, viejas y agrietadas.
EN
PLENO INVIERNO: PICARDÍAS
Escribo en pleno invierno, en la
temporada más fría de estas tierras. Concretamente el 7 de enero y al poco de
haber ido a sacar las fotos que crecen en una pared seca junto a la iglesia
parroquial
Su nombre vulgar, el que me indica un
botánico amigo, es picardía. El científico es Cymbal muralis. Es tan vulgar y humilde, que ni el común de la
gente se ha fijado en ella y conoce su nombre. A mí me encanta. Observo que los
servicios municipales, que periódicamente limpian los muros, las pulverizan con
sus máquinas desbrozadoras. Me entristecía cuando al acudir a la iglesia
observaba que habían desaparecido. Recientemente ya no tanto, sé que debo
esperar, que volverán a aparecer y mientras pueda verlas, me envían el mensaje
de Dios que me advierte: debes ser como ellas, humilde, ligeramente atractivo,
sin buscar otra cosa que la amabilidad, siempre exigente contigo mismo y
obstinado cumplidor de lo que de ti espero y tú te propones. Tengo la impresión
de que mientras pueda observarlas, mantendré la confianza en que Dios me ama.
Si desaparecieran, otro gesto del Señor tendría, no lo dudo.
(La ceteza
de que no desaparecerán se funda en lo que he leído en enciclopedia y ahora
copio textualmente: Esta especie posee un método de propagación poco habitual.
El tallo floral tiene inicialmente un fototropismo positivo, moviéndose hacia
la luz; tras la fecundación, este fototropismo se vuelve negativo (se aleja de
la luz), lo que facilita que las semillas caigan en el interior de las grietas
de la pared o la roca donde vegeta para poder germinar).
La temperatura de estos días se
aproxima, y a veces llega y desciende, a los 0º y
nunca tal frío las ha vencido. Desde que llegue a estos pagos me acompañan y
cuando me acerco al templo cada domingo, tengo la sensación de que con infantil
alegría, me están saludando. Algunos dirán de mí, leyendo estas apreciaciones,
que soy tonto de remate y tal vez no se equivoquen.
Tan perenne es su empedernida
elegancia, que hasta de noche y con intenso frío, permanecen abiertas sus
flores. Las vi así cuando en Nochebuena iba a la Misa del Gallo y sonreí al
observarlas. Y en efecto la foto sin iluminacion
artificial alguna lo refleja,,.