FIN DE AÑO
REBECA REYNAUD
Un profesor de la UNAM estaba desesperado con el
ateísmo de sus alumnos, hasta que encontró y leyó el Capitulo 37 de Ezequiel: “1Fue sobre mí
la mano de Yavé, y llevóme Yavé fuera y me puso en medio de un campo que estaba lleno
de huesos. 2Hízome pasar por cerca de ellos todo en derredor, y
vi que eran sobremanera numerosos sobre la haz del campo y enteramente
secos. 3Y me dijo: Hijo de hombre ¿revivirán estos huesos? Y yo
respondí: Señor Yavé, tú los sabes. 4Y
Él me dijo: Hijo de hombre profetiza a estos huesos y diles: Huesos secos, oíd
la palabra de Yavé. 5Así dice el
Señor, Yavé, a estos huesos: Yo voy a hacer entrar en
vosotros el espíritu y viviréis; 6y pondré sobre vosotros
nervios, y os cubriré de carne, y extenderé sobre vosotros piel y os infundiré
espíritu, y viviréis y sabréis que yo soy Yavé.”7Entonces profeticé
yo como se me mandaba; y a mi profetizar se oyó un ruido, y hubo un agitarse y
un acercarse huesos a huesos. 8Miré y vi que vinieron nervios
sobre ellos, y creció la carne y los cubrió la piel, pero no había en ellos
espíritu. 9Díjome entonces: profetiza al espíritu, profetiza,
hijo de hombre, y di al espíritu: Así habla el Señor, Yavé:
Ven ¡Oh espíritu!, ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos
muertos, y vivirán. 10Profeticé yo como se me mandaba, y entró
en ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie, un ejercito
grande en extremo”
Este texto, dice, me hizo reflexionar, Si Dios
puede reunir los huesos secos, y ponerles nervios, carne, piel e infundirles
espíritu y darles vida nueva, ¿No podrá hacer lo mismo con los cadáveres
espirituales que inundan nuestra sociedad? DESDE LUEGO QUE SÍ. Lo que el Señor
requiere es que profeticemos, que anunciemos la Buena Nueva, el Evangelio, a
nuestros conocidos, a nuestra familias, a nuestros compañeros de trabajo –a
nosotros mismos- No nos desanimemos por que parecen estar muertos, insensibles
a cualquier tipo de mensaje espiritual. Dios puede hacerlo, pero quiere hacerlo
con nosotros, con nuestras bocas y con nuestras manos. Yavé
podía revivir los huesos secos directamente, pero quiso hacerlo por medio del
profeta Ezequiel. Así ahora, no creamos o esperemos que Dios actúe
directamente, Él quiere hacerlo por medio de nosotros, quiere que seamos Su
voz, Sus manos, Sus pies, para anunciar el evangelio desde lo alto de los
montes, en nuestros trabajos, en nuestras diversiones, con nuestros amigos –y
con nuestros enemigos- para llevar la buena nueva precisamente a esos cadáveres
espirituales que están sedientos de la palabra de vida eterna, aunque no lo sepan;
pero todos aquellos que la reciban, compartirán con nosotros –eso esperamos- el
premio prometido por el Hijo para los que fueron fieles a Su palabra: “… Venid
Benditos de mi Padre, tomad posesión del reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt 25, 34).
Llega el fin de año y hay que hacerse un CHEQUEO
DIVINO:
Fui a la clínica del Señor a hacerme una revisión
de rutina y constaté que estaba enfermo: Cuando Jesús me tomó la presión, vio
que estaba bajo de ternura. Al medirme la temperatura, el termómetro registró
40º de ansiedad. Me hizo un electrocardiograma y el diagnóstico fue que
necesitaba varios bypases de amor, porque mis
arterias estaban bloqueadas de soledad y no abastecían a mi corazón vacío. Pasé
a ortopedia, ya que no podía caminar al lado de mi hermano, y tampoco podía dar
un abrazo fraternal porque me había fracturado al tropezar con la envidia.
También me encontró miopía, ya que no podía ver
más allá de las cosas negativas de mi prójimo. Cuando me quejé de sordera,
Jesús me diagnosticó que había dejado de escuchar su voz cada día.
Es por esto que hoy Jesús me ha dado una consulta
gratuita y gracias a su gran misericordia, prometo que al salir de esta clínica
tomaré solamente los medicamentos naturales que me recetó a través de su
verdad:
Remedios:
* Al levantarme, beber un vaso de agradecimiento.
* Al llegar al trabajo, tomar una cucharada de
paz.
* A cada hora, ingerir un comprimido de paciencia
y una copa de humanidad.
* Al llegar a casa, inyectarme una dosis de amor.
* Y antes de acostarme, tomar dos cápsulas de
conciencia tranquila.
No te deprimas ni te desesperes ante lo que estás
viviendo hoy. Dios sabe cómo te sientes. Dios sabe perfectamente qué
es lo que está permitiendo en tu vida, justamente en estos momentos.
El propósito de Dios para contigo es
admirablemente perfecto; Él desea mostrarte muchas cosas que solamente
comprenderías estando en el lugar donde actualmente estás ahora y en la
condición que vives en dicho lugar. (Anónimo).
Por lo tanto:
Cuenta tus bendiciones en vez de tus cruces
Cuenta tus logros en vez de tus pérdidas
Cuenta tus alegrías en vez de tus penas
Cuenta tus familiares en vez de tus amigos y
Cuenta tus amigos en vez de tus enemigos
Cuenta tus sonrisas en lugar de tus lágrimas
Cuenta tu coraje en vez de tus temores
Cuenta tus años plenos en vez de los vacíos
Cuenta tu salud en vez de tu riqueza
Cuenta con "Dios" en vez de contigo
mismo
Que no nos pase nada inadvertido de lo que Dios
hace en nosotros y a través de nosotros. Con eso podremos permanecer en una
continua acción de gracias.
El entonces Cardenal Ratzinger hablaba del “cambio
inútil”. Que es aquel que dice: “Que me cambien de trabajo”, “Espero
que cambien mis circunstancias para yo cambiar”. Y la persona sigue siendo la
misma. El cambio verdadero es el cambio del corazón, el cambio de actitud. Que
yo me alegre de lo que hay.
Si la felicidad eterna se va a alcanzar por el
amor de Dios, también la terrena. El ser humano sólo es feliz cuando ama a Dios
y a los demás, y la fuerza para ella la da la oración. Cuando una persona no se
entrega voluntariamente, su entrega se va desvirtuando, entonces hay dos
caminos: a) o se quiere liberar de aquello que quita libertad, o b) se cae en
el acostumbramiento, en la rutina. Se pierde ilusión de amar, de crecer, de
asumir lo que libremente se ha elegido.