CLERICALISMO (7)
Padre Pedrojosé
Ynaraja
En el
seminario nos prevenían de las amistades particulares. Pensé que lo que temían
es que fuéramos más amigos de unos que de otros y se expiaban contactos. El tan
cacareado homosexualismo, para mí, era tan desconocido como la escritura china.
Paralelamente, se excluía la amistad femenina.
El lector reconocerá que si se era fiel a
estos principios, el resultado era que se progresaba careciendo de amor humano.
Me decía y repetía yo que Lázaro, Marta y María eran amigos particulares del
Señor. Ni pobres, ni apóstoles. ¿y la predilección por
Juan, Santiago y Pedro? Nunca escuché una plática sobre ello.
Baden
Powell, fundador del escultismo, nos aconsejaba que cuando tuviéramos alguna
duda nos preguntásemos ¿qué haría Jesús si se encontrase en mi lugar? Tal indicación
todavía me es útil. Nunca en los 5 años que estuve en el seminario, recibí
lección alguna sobre el arte de amar, ni nociones positivas sobre enamoramiento
y amistad.
El
resultado final es que ni se sabe amar, ni, por estos pagos, se ama amigable y
reverentemente, al clérigo y en tal situación, se crea “paralela y
silenciosamente el corporativismo clerical, que deviene clericalismo” como
escribí la semana pasada. Y cual ante una superficie con carga eléctrica, se
forma una semejante de signo opuesto (condensadores) al clericalismo le
corresponde el poder del staff superior jerárquico.
Si
existe un clericalismo dominante, satisfactorio para cada uno de sus
componentes, con rivalidades respecto a otros grupos sociales, con resultados
estériles para los ideales misioneros que siempre debe conservar la Iglesia,
debe educarse en el amor, en el saber y querer compartir, en la confianza
mutua, en la necesidad de la comunicación personal. Si solo se vacuna contra el
posible mal que acosa, pero no se estimula la vida y se la provee de amor y
felicidad, con el convencimiento de la esencial necesidad de la Gracia, la
experiencia del fracaso personal conducirá al clericalismo, como única
salvación temporal.