CLERICALISMO
(5)
Padre
Pedrojosé Ynaraja
No oculto que desde el primer
día esquivo la cuestión que es esencial: definir que es la clerecía y a partir
del enunciado, referirme al clericalismo. Aun ahora, después de haberlo pensado
mucho, me veo incapaz de hacerlo. Recurro a copiar definiciones que aporta el
Google.
1.- Conjunto de las personas
que han recibido las órdenes sagradas de las iglesias cristianas. Oficio u
ocupación de clérigos.
2.- Conjunto de personas
eclesiásticas que componen el clero.
De ninguna de ambas podrá
derivarse algo perverso.
Lo que sí puede idear la mente, es que de este
conjunto de personas cualificadas de la Iglesia, emanará una comunidad
cristiana que establecerá entre sus miembros vínculos de exigencia personal y
de servicio al prójimo, de acuerdo con los deseos de Jesús.
¿Ocurre así? Me temo que aquí radica el mal.
Clericalismo, me atrevería a definir, es la unión mutua de gente de Iglesia,
que, abrigando anhelos personales de dominio y para salvaguardarse entre ellos,
sin tener estatutos, ni suponer afiliación alguna, viven protegiéndose y
actuando según patrones propios.
Advierto que el grupo así
establecido, no necesariamente está formado por clérigos, de aquí que haya
puesto la expresión ambigua de gente de Iglesia. Indico que para el común de la
gente, en el aspecto que me estoy refiriendo, clericalismo es tanto la peculiar
actuación de clérigos, masculinos, como la de religiosos, en este caso de ambos
sexos.
Señalo también que, poco a poco va
desapareciendo este mal obrar ya que disminuye la aportación de nuevos
miembros. Y si antiguamente se ambicionaba que creciera el número de
componentes, hoy en día observa uno que de una comunidad desmejorada, se
desgaja un grupo que aspira a un obrar exigente, de acuerdo con criterios
evangélicos, que no siempre habían sido los del grupo al que pertenecían, ya
que una de las particularidades del clericalismo es seguir, si existen, los
mandatos de su reglamento, sin cuestionarse si estaban de acuerdo con el
Evangelio.