PABLO VI, UN REFORMADOR
Lucio del Burgo
Una época de muchos
cambios y muchas reformas. La época conciliar y el tiempo después del Concilio
Vaticano II se caracterizaron por un cambio de mentalidad y por las reformas de
todo tipo: la liturgia y el amplio campo de la celebración, la puesta al día de
las órdenes y congregaciones de vida consagrada, los seminarios y la formación
sacerdotal, la nueva mentalidad respecto a las distintas iglesias cristianas y
las diversas religiones, la nueva visión del mundo y la historia…La conmoción
en la Iglesia católica fue tan grande que mucha gente se encontraba
desorientada. En España, por múltiples circunstancias todas estas reformas se
fueron asimilando con cierto sosiego, paz y sin muchos problemas.
Leyendo la Ecclesiam suam, documento de
Pablo VI, se explica lo que la Iglesia entiende por reforma. No es <inmovilidad>, como creían
algunos en los años posteriores al
Concilio. La Iglesia ha ido cambiando a través de los tiempos dando pruebas de
su vitalidad y juventud. Cuando el Papa habla de cambios es para
<<hermosear y rejuvenecer el rostro de la Santa Iglesia>> (Ecclesiam suam n. 16).
<<Para infundir
un nuevo vigor espiritual en el Cuerpo Místico de Cristo, en cuanto sociedad
visible, purificándolo de los defectos de muchos de sus miembros y
estimulándolo a nuevas virtudes>> (n. 16).
Tampoco empezamos de
cero, hay muchas generaciones de cristianos que nos han legado una vida y
experiencia de vivir el Evangelio. La tradición nos puede guiar en la
preparación del futuro. Hay un criterio que queremos resaltar. Se trata del
espíritu de pobreza y de sencillez como criterio de reforma en la Iglesia y
signo de testimonio del Evangelio.
<<Aludimos primeramente al espíritu de pobreza. Creemos que
está de tal manera proclamado en el santo Evangelio, tan en las entrañas del
plan de nuestro destino al reino de Dios, tan amenazado por la valoración de
los bienes en la mentalidad moderna, que es por otra parte necesario para
hacernos comprender tantas debilidades y pérdidas nuestras en el tiempo pasado
y para hacernos también comprender cuál debe ser nuestro tenor de vida y cuál
el método mejor para anunciar a las almas la religión de Cristo>> (Ecclesiam suam, n. 21).