Amplio preámbulo para llegar al Cottolengo
Padre Pedrojosé Ynaraja
Circulan
estos días por los diferentes medios de difusión, innumerables noticias
respecto a indignos comportamientos en la vida de la Iglesia. Noticias amargas,
tristes, desalentadoras. No obstante, conviene no ignorar que se elaboran
estadísticas tendenciosas, de tal manera, que deforman la realidad. Pese a que
en estos días, más que en otros tiempos, se propaguen tantas “fake news”, es este el nombre que
se da a aquel antiguo dicho: calumnia que algo queda, no hay duda que es una
desoladora realidad, que muchos conocían en secreto, o no querían conocer y
ahora, al iniciar la labor de limpieza que ha emprendido el Papa Francisco,
puede parecer que todo en la Santa Esposa de Cristo, es basura.
LIMPIAR A FONDO
Algo así
como querer limpiar a fondo un domicilio, acomodo, pintura, aspirador y escoba,
concienzudamente empleados, queriendo que no se tengan sensaciones iniciales
desagradables. Las insoportables porquerías se echarán en el basurero y la casa
quedará limpia. Y la triste realidad de ahora pasará a la historia, como
ocurrió con la cuestión de las investiduras, suprimidas por el Papa Hildebrando
(San Gregorio VII) Ha llegado a tal extremo este empeño de denuncia, que uno
piensa que más que purificación, lo que se pretende exclusivamente es desacreditar
a la Santa Madre Iglesia, operación sin duda perversa.
La
pederastia y el abuso en el terreno de la sexualidad desordenada, parece ser el
más abundante mal que invade a la Iglesia. La mirada se fija exclusivamente en
la clerecía y se le atribuye sus males al celibato obligatorio de los
presbíteros. Se olvida que esta particularidad es exclusivamente de los que
pertenecemos a la Iglesia Católica Latina, ya vivamos en tierras occidentales u
orientales. Se ignora, o se quiere ignorar, las realidades de las otras
Iglesias y Comunidades Cristianas, la Ortodoxia y la surgida de la Reforma y
sus múltiples derivaciones. Fijarse en ellas y en sus infracciones, serviría
para centrar donde está el mal y tratar de corregir muchos yerros, que no
enraízan en la genitalidad sino, como afirmó el Señor, en el corazón del
hombre.
¿QUÉ ES EL CLERICALISMO?,
Al Papa,
en cambio, sin dejar de lamentar, avergonzarse y pedir públicamente perdón por
ello, nunca tal cosa había ocurrido, le preocupa el clericalismo. Las malas consecuencias
de este se sufren internamente y sin espectacularidad. ¿Qué es el clericalismo?
No es momento este de definirlo, pero no quiero silenciar que es una
manifestación de dominio, de poder, en el seno de la Iglesia y, de poder, en el
seno de la Iglesia y, consecuentemente definirlo como la estructura fundamental
hoy de su vitalidad, a la que todos los demás carismas le son secundarios, le
están sujetos y esclavizados. Y este proceder no es el correcto. Me limitaré
hoy a copiar aquí un párrafo paulino. “Y así los puso Dios en la Iglesia,
primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar
como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de
asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? O
¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? ¿Todos con
carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas?
¿Interpretan todos? ¡Aspirad a los carismas superiores! (Icor 12, 28 ss.).
Obsérvese, pues, que la gracia o don de mandar, la sitúa el apóstol en sexto
lugar
NO DEBE OCULTARSE
Ante esta
realidad negativa, que es real, que no debe ocultarse, no hay empero que
olvidar, la abundancia cotidiana de mártires cristianos y en tal número, que
nunca había sido igual en toda su historia, incluidas las persecuciones
romanas, y con la particularidad, jamás observada, de que si caminamos muy
lentamente hacia la unidad de las Iglesias, demasiado adormecidos todos,
ignorando que fue uno de los deseos del Señor en el Cenáculo, ellos, los mártires,
con su sacrificio heroico, realizan tal ecumenismo (es criterio y lenguaje del
Papa actual). Quienes persiguen a la iglesia con más odio y animadversión,
rencor antipatía, tirria y feroz odio, no distinguen entre las diversas
comunidades que se amparan en la misma Fe. Y no se olvide que los mártires son
las flores del Cristianismo y que si una planta echa flor, estamos seguros de
que goza de buena salud y futuro feliz. Idéntica es la situación de la Santa
Madre Iglesia, pese a que muchos no se den cuenta.
GENTE SILENCIOSA
Sí, ha
podido haber y abundar gente de Iglesia pederasta, abusos que ofendían y
humillaban a inocentes desprevenidos. Son realidades notorias, pero sin duda,
no tan abundantes como otras silenciosas, de las que nadie habla. Ahora bien,
no ignoremos la labor generosa e idealista de los misioneros, tanta dedicación
a los pobres y necesitados como cumplen los centros de Caritas y las órdenes
religiosas que acogen a desamparados e indigentes. La entrega a la oración de
los contemplativos, ellos y ellas, cartujos y monasterios carmelitanos, por
citar algún ejemplo emblemático, es ingente. Su entrega ilumina espiritualmente
el mundo entero con tal fulgor que los pecados de los que estos días tanto se
habla, no son capaces de apagar.
No era mi
propósito escribir lo que he escrito en estos cuatro primeros párrafos, pero no
podía olvidar tal testimonio que hoy se quiere acallar y del que nadie habla,
incluso entre nosotros mismos, los que nos sentimos y obramos como
comprometidos en la Iglesia.
COTTOLENGO
Cambio de
tercio, pues, o más bien inicio el reportaje dedicado a lo que me había
propuesto. Hace tiempo que en mis aportaciones escritas me he referido al Cottolengo, pero era necesario que algún día me dedicara
exclusivamente a esta institución. Advierto que con el mismo nombre existen,
que yo sepa, tres instituciones. En primer lugar las que fundó San José Benito Cottolengo, en Turín, donde residía. Otras son las casas de
acogida para los más pobres fundadas por Don Orione
(San Luigi Orione), muchas de ellas en Latinoamérica,
que les dio el mismo nombre. Las que yo conozco un poco, y con ellas colaboro,
son las de la Congregación de Hermanas Servidoras de Jesús o Cottolengo del P. Alegre, fundadas en Barcelona
Antes
de empezar, he consultado el ínclito Google y he tenido la sorpresa de que las
noticias que se dan en las diferentes entradas, no se refieren ninguna de
ellas, ni siquiera la mencionan, a la única casa de la que yo puedo hablar con
conocimiento de causa.
A LOS PIES DEL MATAGALLS
Un
matrimonio cristiano, residente en Taradell
(Barcelona), dejó al Cottolengo del P. Alegre en
herencia, una finca en la falda del macizo del Montseny,
concretamente a los pies del Matagalls. Si doy estos
detalles geográficos es para que se comprenda las virtudes paisajísticas y las
limitaciones climáticas que tiene el lugar. Una de las casas situadas en el
terreno del que hablo, una preciosa masía catalana, la arreglaron
y acondicionaron muy bien para que sirviera como casa de vacaciones. Acuden en
verano enfermos de Galicia, Lisboa, Extremadura, Madrid, Alicante, Valencia y
Barcelona. Acuden los que lo desean y su salud se lo permite. Organizan tres
tandas de 20 días cada una.
Tenía yo
alguna noticia del Cottolengo desde mi época de
seminarista. Me enteré un día en Lourdes de la existencia de la casa de la
vengo hablando y me acerqué un día pensando en que tal vez podría prestar
alguna ayuda, pero nadie me hizo caso. Seguramente fue culpa mía, no lo dudo.
Pasó un tiempo y como consecuencia de la prodigiosa imaginación de Dios, sin
prevenirlo, ni pretenderlo, se me concedió el encuentro. De esto debe hacer 18
años. Yo hablo de la maravilla imaginación de Dios, en el lenguaje del Cottolengo hay que referirse siempre a la Divina
Providencia, y no seré yo quien se lo reproche o quiera cambiarlo, pues, es
expresión tradicional en la Iglesia, pero como yo la llamo el vocablo es más
atractivo a nuestro tiempo.
Que no me
hicieran caso, pensándolo bien y sin ignorar la Voluntad de Dios, se debe sin
duda a que en el Cottolengo se está siempre sirviendo
a los enfermos. El régimen es espartano. La disciplina casi militar, la piedad
gana a las mencionadas virtudes. Es asombroso.
En cada
turno la responsabilidad corresponde a las monjas, gente libre y radicalmente
comprometida. Son dos o tres. Complementan su dedicación algunos voluntarios o
voluntarias, jóvenes o adultos, de una entrega también admirable. Aun ahora, si
preciso entrevistarme brevemente con alguien que no sea de los enfermos, debo
acudir a la hora y media de que disponen como tiempo de descanso. Según tengo
entendido, se levantan a las 6 de la mañana y se van a dormir a la 10 de la
noche (sé que la jornada laboral y religiosa de las monjas es más larga).
LA CASTANYERA
¿Y qué
pinto yo allí? La Castanyera, como así se llama la
casa de la que vengo escribiendo, es una comunidad cristiana que la admirable
labor de servicio precisa la asistencia de un presbítero. Ese, afortunadamente
soy yo. Me desplazo los 24km que me separan, celebro misa y confieso, bendigo y
ayudo, si puedo, en lo que se necesite y no moleste mi colaboración, según me
soliciten. Me contagian la felicidad que allí se respira y vive. Al principio,
a la vuelta, lloraba de alegría. Actualmente no, pero todavía no me he
acostumbrado a recibir el amor que allí se me da. Añoro ahora que ya se ha
acabado y tengo la esperanza de que el próximo año también me inviten a
compartir la Eucaristía. No ignoro el valor de lo que yo pueda darles, que no
es mío, es Gracia, y no en virtud de mis virtudes, capacidades o saberes, sino
en función de mi ordenación ministerial. Comprendo que me estén agradecidos,
pero la vivencia de la que gozo es indescriptible.
LAS FOTOS
Advierto
que la aportación fotográfica será escasa. Es criterio de la institución, que
no se publiquen imágenes de los enfermos. Y estoy de acuerdo en ello, pese a
que conserve en mi archivo bastantes. Advierto que la primera, en la que se ve
un grupo rezando en la playa de Valencia, corresponde a los días de la Semana
Mundial de la Familia, celebrada en esta ciudad. Asistí y me ofrecieron ellas
un “hotelito” junto a la casa y pude ir con ellas al Via-crucis
y algún otro acto. Ha sido la única ocasión que he tenido de relacionarme
libremente con ellas. A estos actos no asistían los enfermos y podían ellas
atender mis impertinencias. (continuará)