A la búsqueda del Salvador
P. Fernando Pascual
2-9-2018
Buscamos ayuda en tantos
asuntos. Para el cuerpo, un buen médico. Para el ahorro, un consejero
experimentado. Para los arreglos en casa, un especialista en cables y paredes.
Hay asuntos que requieren una
ayuda más completa. Cuando algunos síntomas nos inquietan, no basta cualquier
consejo ni un médico encontrado casualmente. Queremos un buen diagnóstico y una
ayuda experta.
También en el cuidado de
nuestro corazón, en la vida de nuestras almas, necesitamos a alguien que nos dé
consejos, que nos aparte del mal, que nos oriente hacia los bienes verdaderos.
Si el mal ha entrado en
nosotros hasta el punto de llevarnos al pecado y a los vicios, la ayuda
decisiva solo puede venir de Dios, de quien nos ha creado y nos espera en la
Patria definitiva.
Sabemos que Dios mismo quiso
acercarse a nosotros cuando el Hijo se encarnó en la Virgen María. Desde
entonces, la búsqueda de un Salvador ha logrado la respuesta completa:
Jesucristo.
Por eso, ante tantos males que
afligen a las personas, a las familias, a las ciudades, a los pueblos,
necesitamos abrirnos plenamente para acoger a Aquel que nos trajo la verdadera
salvación del pecado y de la muerte.
Mientras profetas falsos del
pasado o del presente exaltan salvaciones efímeras desde el dinero, el placer,
la revolución, la raza o la creación de inteligencias artificiales, solo Cristo
ofrece la salvación definitiva y completa.
Ya no necesitamos buscar otros
salvadores, porque el mismo Salvador vino a nosotros. Solo nos queda acogerlo
libremente, entrar en el grupo de "los que creen en su nombre".
Entonces se producirá el gran milagro: llegar a ser hijos de Dios (cf. Jn 1,12).