Meditación bíblica en torno a Siquem y Hebrón
Padre Pedrojosé
Ynaraja
Siquém. - Permitidme que ponga por escrito
las reflexiones que he hecho más de una vez en un lugar rico en estímulos
evocativos. Un rincón que no todos los peregrinos visitan, situado en Palestina,
casi equidistante de Jerusalén y Nazaret, por rutas interiores, senderos de
rebaños y asentamientos de antiguas tribus cananeas.
A medio
kilómetro de Nablus se encuentra Tel Balata, la antigua Siquem.
Abram con su pequeña y preciosa Saray, llegó aquí buscando vivir independiente
de su padre Laban y respondiendo con acierto a
desconocidas llamadas divinas. Llevar y vivir del rebaño por su cuenta es lo
que quería él y la vocación que sentía en su interior era gran estímulo. Cabe
decir que, seguramente, el xeic se había desplazado
desde tierras del este, hacia el oeste, donde pensaba que la lluvia sería más
abundante y fecundaría los campos, convirtiéndolos en terrenos muy aptos para
el pastoreo de sus rebaños. Como buen jefe beduino, rico en miles de cabezas de
ganado, pastores y zagales, era autoritario. Fuera por lo que fuese, el hijo
buscó vida independiente y como buen nómada, marchó hacia tierras del sur.
Llegando al
lugar santo de Siquem, se detuvo. Adorador como era
de divinidades cananeas, espíritus y astros que iluminan la noche, sintió
entonces, sin haberlo buscado él por su cuenta anteriormente, una voz personal
que le hablaba confidencialmente. Debido a ello, el patriarca se enteró de que
la divinidad era Dios, gran descubrimiento. Aquí el Dios personal Yahvé, aunque
considerado dios familiar, bajo la encina de Moré, árbol sagrado desde antiguo,
recibió el primer sacrificio de un ser humano. Aquí comienza la historia de la
salvación, prometida en el Paraíso. Tiempo más tarde, durante su muy activa
existencia, recibiría explicaciones más concretas y prueba de la preferencia
que por él sentía, le cambiaría el nombre, a partir de entonces se llamaría
Abraham y su esposa Sara, signo de predilección exclusiva. La Fe de Abraham
tenía pocos contenidos, pero era ardiente. Más que fe cerebral, que a veces a
nosotros tanto nos importa, la fe del patriarca era Fidelidad. Aquí hay que
cerrar los ojos y mentalmente adorar a Dios, para sentirse ahora salvado,
gracias a las promesas hechas al Padre de los Creyentes en este mismo sitio (Ge
12).
SUS NIETOS
Sus nietos
también vinieron por este paraje. Aunque eran un clan, no habían llegado a ser
una tribu. Se detuvieron, plantaron sus jaimas, eran
nómadas, por las tierras que pisaban crecía abundante hierba. Encontraron que
en Siquem había un reino asentado, agrícola
seguramente. Desplazándonos ahora nosotros por el perímetro amurallado,
atinamos con alguna que otra puerta de doble tenaza, similares a las que
cerrarían la pequeña ciudad de aquel tiempo. En tal momento y contemplándolas,
no podemos dejar de pensar en Dina, la adolescente vanidosa, hija de Jacob. Su
historia todavía hoy es muy común. Su comportamiento, el de ella y el de
nuestras jovencitas, no es insólito, ni provocativo, es simple búsqueda imprudente
de satisfacción vanidosa. Nuestra protagonista cayó en manos del hijo del rey,
que se aprovechó de la ocasión, abusando de ella. Los hermanos de padre y
madre, Simeón y Leví, sintieron la ofensa hecha a su hermana como ultraje a
todos ellos. Astucia y furor llenó su alma. Fue cruel salvajada lo que
hicieron, terrorismo lo llamarían otros. Solidaridad tribal algunos, sentido
del honor, vivido a la antigua usanza. Siquem fue
exterminada ¡y de qué modo! Víctimas serían todos los vecinos, que nada habían
tenido que ver con la maldad del príncipe agresor. Dina es en el texto bíblico
una mujer objeto. Nada más sabemos de ella. Tantas como ella hicieron, hacen y
harán lo mismo. Tantos como ellos hoy son encarnizados rencorosos de obrar
violento, como los hijos de Jacob lo fueron. Faltaban siglos para la llegada
del Mesías (Gn 34).
En Siquem la espontanea mirada se fija en la "piedra
alzada" en la cabecera de un altar. Es la única que yo he visto en toda
Tierra Santa. Me sugiere la estela junto a la cual fue proclamado rey Abimelek, (Ge 34) pero, sin duda, me evoca mucho más la que
plantó Josué. Si para Abraham la Fe había sido fidelidad, ahora, por indicación
de Josué, era radicalidad, significaba huir de la mediocridad, Fe comprometida.
(Jos 24).
Situados en
el fondo del valle y puesta la mirada hacia el este, a la derecha se eleva el Garizín a la izquierda el Ebal.
En medio nosotros, hay que elegir; querer abarcar ambas o pasear indiferentes
por medio, es imperdonable, es la tibieza que condena el Apocalipsis (3, 15).
A 11
kilómetros se encuentran los restos de la antigua capital de Samaria. No me
entretengo a hacer arqueología religiosa describiendo la situación de un
grandioso templo e o las señales del hipódromo y los edificios consiguientes,
nada de ello resulta suntuoso en la gran extensión del yacimiento. Voy al lugar
donde se levantó la antigua basílica de San Juan. Los discípulos del Precursor
enterraron su cuerpo, lo dice Mateo (14,12), y los cruzados aquí levantaron un
templo, donde dice que estaba su tumba. No pienso en si es verdad o no. Lo que
es cierto es que aquí, estas losas y los muros, me reclaman que piense y me
pregunte si yo quiero y trato de imitar al Bautista precursor. Un hombre
huraño, austero, sincero, íntegro, humilde ... santo.
Tantas virtudes, poseía él, y a mí me faltan.
LA TUMBA DEL PATRIARCA
Vuelvo al
inicio. La tumba del patriarca José no me sugiere nada, estoy ansioso de llegar
al pozo de Jacob. Vi el edificio, en la primera visita, cuando sus muros no
subían más de 4 metros. Ahora la basílica está totalmente terminada, como la
querían los zares de Rusia. En la última visita he sido muy bien recibido,
acogido como lo fue Jesús por aquella samaritana. Incluso el clérigo me habló
con tono confidencial, como lo hizo el Señor con aquella buena mujer. Quisiera
quedarme, pero recuerdo que aquí mismo Él nos dijo: “créeme que llega la hora
en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre…llega la hora (ya
estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu
y en verdad, (Jn 4,21-23) En mi casa también lo debo
hacer y entre los que casualmente encuentre será necesario que nunca los
ignore, que la conversación que inicie, por más que sea correcta, esté llena de
intencionalidad, que sea misionero como lo fue la samaritana.
Si subiera al
Garizín encontraría concentrado en un pequeño barrio
la comunidad que hoy queda del pueblo samaritano. Lo he hecho varias veces.
Ahora no me entretengo en comentarlo.
NABLUS
Miro, eso sí,
la población moderna. Se llama Nablus. Sé que por aquí hay una acertada
iniciativa cristiana: una escuela y un estudio-taller de artesanía de mosaicos.
Un buen testimonio de que los cristianos no se han olvidado del Maestro. Y
también aquí la adoran en justicia y verdad, sirviendo a palestinos.
Antes de
partir recuerdo a Justino, sabio teólogo laico, el primer apologeta, y mártir,
nacido aquí cuando se llamaba Flavia Neápolis. Su
descripción de las primeras reuniones eucarísticas es maravillosa. No me canso
de leerla y recomendarla.
Este
rinconcito, carente de espectacularidad y suntuosidad, excepto la iglesia del
pozo de la samaritana, ignorado por muchos peregrinos, es maravilloso estímulo
y sugestivo paraje para completar el estudio y meditación de la Biblia. La
geografía es, generalmente, buena «nota a pie de página» de los estudios que en
casa hacemos.
EN
TORNO A HEBRON
Pretendía
escribir unos comentarios de la Sagrada Escritura. Hay, pero no hay que olvidar
que en el fundamento de la Fe católica, a la Revelación escrita, se añade la
tradición. Vehículo de esta segunda vertiente es la arqueología, aspecto
reconocido hoy más que en otros tiempos. Pienso, pues, que las referencias que
hago a parajes y monumentos son fieles y útiles complementos del texto.
EL DESIERTO
Un viaje de
estudios a Tierra Santa, o una peregrinación, no puede olvidar nunca el
desierto. Claro está que por adentrarte en el desierto no te cobran entrada. Y
actualmente lo que no está tarifado, no se le reconoce categoría alguna, de ahí
que no interese a la gente. Pero, vuelvo a decirlo, el caminante interesado por
el Dios de Israel no puede dejar de ir, caminar, dejarse llenar el calzado de
arena, y contemplar el desierto. Tierra Santa entra por los pies, me gusta
repetir.
Recuerdo una
mañana, hacia las 6h, estábamos en el desierto de Sin. Abraham había acampado
por estos parajes. Contemplaba yo las montañas. Inmensas rocas iluminadas por
el sol naciente, de tono rosado, es el que veía a mi alrededor. Por este lugar
se le dijo al Patriarca: soy el Saday (Ge 17,1). El
Dios de las montañas. Así se definía a sí mismo y al oírlo el Patriarca,
entendió que su Dios, el Dios personal y de su clan, era un dios omnipotente.
Un Dios misterioso, todopoderoso. La contemplación de este paisaje, supera con
creces muchas lecciones de teodicea. Penetra adentro del propio ser.
"Yo soy
ateo", me decía un guía, pero en el desierto, creo en Dios y nos cantó
emocionado, en la cima del Jebel Musa, el Shema Israel ... nosotros entonces
entonamos entusiasmados el Credo.
HEBRON
Los límites
de la tierra prometida son: de Dan a Beer-Seva. Hoy
esta última población, es capital del desierto del Neguev,
lugar de valientes sabras y sede de prestigiosa
universidad. Quedan pozos donde los rebaños de Abraham abrevaron, pienso, pero
que es mejor hoy pasar de largo. Recientemente, se están haciendo nuevos hallazgos.
Sin embargo, me referiré a Hebrón.
He ido muchas
veces. Alguna conduciendo yo mismo el vehículo, otros llevado por profesional y
con ciertas dificultades en algunos casos. Visitar la ciudad en estado de sitio
y con 25 minutos, concedidos exclusivamente para visitar la tumba de los
patriarcas y matriarcas, es una aventura que sólo se acepta si se hace el viaje
con interés bíblico o con auténtico espíritu de peregrino. Esto es conocer por
experiencia, y entender mejor, las dificultades de los exploradores del Éxodo,
enviados al Neguev o los de Josué a Jericó. Llegar a
casa con ampollas en los pies es lección evangélica de cómo se debía recibir al
invitado y lavárselos.
En cierta
visita, nada más bajar del taxi, vi una placa que decía "cooperación
española". Parecía entonces que la población era nuestra casa. Lo era por
un motivo más trascendente Por este lugar Abraham, nuestro padre en la Fe,
vivió y compró un terreno para que fuera lugar de entierro de su mujer y
pertenencia suya a perpetuidad. Un beduino no tiene terreno en propiedad, sólo lo
necesita para sepelio de los suyos y de él mismo.
Hago un paréntesis. Respecto a las sepulturas,
cabe decir que un cenotafio, este tipo de grandioso panteón, no es otra cosa
que un monumento en honor del que cerca está sepultado, pero no dentro de esta construcción,
a menudo recubierta de preciosos tejidos. Segunda advertencia, respecto
sepulturas, hay que saber también que no es común la actitud de las diferentes
civilizaciones. La cultura cristiana respeta, pero quiere investigar. Quiere
hacer búsquedas arqueológicas que confirmen los relatos bíblicos. A pesar de
ser piadosa, quiere encontrar razones científicas que la avalen. Los hallazgos
pueden ser testigo de revelación, vuelvo a repetir. Los judíos desean enterarse
de que allí reposan sus ancestros, por lo que tienen derecho a soberanía sobre
el territorio. Los musulmanes respetan apasionadamente el descanso de los
difuntos. Nadie la ha de interrumpir. Ninguna de las veces que he ido a Hebron, he encontrado visitantes cristianos y lo he
lamentado siempre.
Hebron es citado 69 veces en la Biblia. Se
trata de una de las poblaciones más antiguas, siempre habitada, es una villa
simpática, es propio desde tiempos antiguos el trabajo del vidrio decorativo y
utilitario. Se debe regatear, como lo hizo el mismo Abraham con Efron, para poder tomar posesión de Makpelà
(Ge 23,9). Al detenerse por su interior, el estudioso recuerda una por una, las
historias de Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Lea.
Cerca del
edificio se encuentra la tumba de Abner que la primera vez no recordaba quién
era. Me fue necesario leer la Biblia y entonces recordar las enemistades entre
Saúl y David, el lugar que ocupó, era primo y capitán del primer rey, pero por
consideración al ungido del Señor, respetó su vida y más tarde fue enterrado
donde entonces era la capital del reino del sur. Este gesto y como lamentó su
muerte, él y los suyos, son lecciones de lealtad (II S 3,32).
Aunque es
difícil orientarse dentro del complejo de base herodiana, muros de los cruzados
y modificaciones posteriores, se encuentran sin dificultad los cenotafios de
los patriarcas y matriarcas. Según se dice, los han levantado exactamente
encima de las correspondientes tumbas, situadas en las profundidades de la
caverna. Es imposible comprobarlo por las razones dichas anteriormente. Hay en
el recinto una especie de brocal de pozo, cubierto por una reja. Se puede mirar
dentro y ver una pequeña luz. La última vez que visité el recinto, pude
observar cómo abrían la tapa y sacaban un candelero. Debía el vigilante cambiar
las mechas y llenar de aceite los recipientes. Pude mirar el fondo totalmente
oscuro, el flash nos permitió fotografiar parcialmente el interior. Fue poco
tiempo. Impresionante rato. Mi interior se llenó de tantos testigos de
fidelidad que el Patriarca me recordaba.
A pocos
kilómetros apacentaba su rebaño y tuvo noticia de que su sobrino había sido
prisionero, salió con un ejercido de 318 hombres y los persiguió hasta Dan y lo
liberó (Ge 14,15) ir a salvar a su sobrino Lot (Ge 14,18) y volviendo encontrar
a Melquisedec, rey de Salem, que sacó pan y vino, pues era sacerdote del Dios
altísimo, y bendijo Abram diciendo: Bendito seas, Abram, por el Dios altísimo,
creador del cielo y de la tierra. Bendito sea el Dios altísimo, que te ha
puesto en las manos de los enemigos ... Este hecho,
misterioso y profético, lo recuerda la pequeña iglesia ortodoxa del Tabor,
porque dicen que sucedió en este lugar (Ge 14,18).
MAMBRÉ
(Ge 14ss) Se
encuentra a poca distancia de Hebrón. La he visitado muchas veces. Tengo que
reducir las muchas cosas que quisiera explicar. El texto del Génesis nos ha
llegado bastante deteriorado respecto a los documentos que lo formaron. No
quiero discutirlo. Resumo lo que siempre aquí evoco. Abraham es un hombre
acogedor, hospitalario, invita a su mesa a los misteriosos visitantes. Pienso
en el mosaico de San Vital en Rávena, en la pintura de Chagall,
en el tradicional icono bizantino. Cada una de estas representaciones plásticas
interpreta el relato a su manera. Mi preferencia la tiene Chagall
por su color y la actitud y la mirada de Abraham y la presencia de Sara. (Ge
18)
ARAD
He superado
el espacio que me asignaron, pero no puedo dejar de escribir un pequeño texto
referente a esta población citada 5 veces en la Biblia. Y no puedo ignorarla
por la presencia de un antiguo templo israelita, contemporáneo al de Salomón.
Hay que recordar que ni uno ni otro tenían a su alrededor lo que en el de
Herodes llamamos atrio de los gentiles. El de Arad es exclusivamente santuario,
lugar de culto. Aquí no se trata de una maqueta, muros, altares y estelas, son
auténticos y están en el mismo sitio que sitio que en aquellos siglos lo
levantaron.
En el
conjunto arqueológico se encuentra un altar de los
holocaustos bastante completo, altares de los perfumes y el Devir, Davir o Sancta sanctórum,
con las estelas que representan a "Yahvé y su Aserá".
Desconcierta esta dualidad. Fuera muy largo comentarlo, lo que es cierto es que
el israelita iba con sinceridad y devoción a ofrecer sus dones al Dios de
Abraham, ignorando el de Jerusalén, que según los relatos bíblicos era el
único. Pero esto es cuestión exegética a la que no quiero ahora referirme. La
visita es una visión casi completa de un templo hebreo. Paralelamente hay que
conocer el posterior, al norte, en Dan, junto a una de las fuentes del Jordán.
Completan ambos sensorialmente, muy bien señalizados y explicados, los relatos
escritos bíblicos. (Situados en este tema hay que recordar el de Elefantina y
el documento de Jerusalén que lo reconoce, pero este no lo he visitado nunca)
Quiero
recordar que el Dios Personal que habló a Abraham y él aceptó, era un Dios
familiar. En realidad, el Patriarca era monólatra, no
monoteísta. Poco a poco el pueblo iluminado por los profetas fue descubriendo
que era más poderoso que los otros dioses, hasta darse cuenta de que era el
único Dios. Conservó signos de estas etapas, manteniendo el propiciatorio, las
lápidas con las "diez palabras" y el bastón de Aarón. Llegó un tiempo
en que, perdidos y olvidados estos signos, el vacío que llenaba el "Santo
de los Santos", era la mejor lección de que Dios era totalmente Espíritu.
Que recuerde
el lector que lo que he escrito no ha querido ser Guía de viaje, pretende ser
complemento de la Sagrada Escritura, una parte de la tradición, también
vehículo de Revelación.
SEGUNDO DÍA
Nos hemos
levantado muy de mañana. Hemos partido hacia Nazaret. El viaje ha sido por el
interior. La visita no podía ser larga. La intensidad debí ser la máxima. La
gruta, la parte interior de lo que era domicilio familiar de Santa María, no
hay duda arqueológica de que fuera el espacio por el que hemos estado.
Impresiona mucho. En el pequeño museo, hemos reconocidos enseres y grafitis que
nos lo demostraban, pero han sido las casitas-grutas que todavía existen, las
que más nos han emocionado. Nos hemos dirigido después a la fuente a la que
iría diariamente a buscar agua, sin duda también auténtica, no hay otra en el
lugar.
Hemos parado
un momento en Caná. La visita al Tabor también ha sido breve. Había que
pasearse un poco bajo las encinas peculiares del lugar, bajo las que harían
vivac Jesús y los apóstoles y recibieron la visita de Moisés y Elías.
Nos faltaba
el lago, pronto lo hemos visto. Cafarnaún era
exigente parada, tampoco hay duda de la autenticidad de la casa de Pedro. Allí
el Señor vivía, las mismas piedras que observábamos, eran las del pavimento que
Él pisó. He pensado y comparado su casa y la nuestra.
Breve parada
en el lugar, con mucha probabilidad seguro, de la pesca milagrosa, de la
confirmación del primado de Pedro. Los mismos escalones que tuvieron que subir
los apóstoles para compartir pan y pescado. Pequeño el sitio pero profundo de
contenido para nuestra Fe eclesial.
No podíamos
dejar de ver la barca antigua, la que pudo ser de Pedro, la que conoció el
Señor, pues no muchas por aquel entonces navegaban. He cerrado los ojos para
examinar desde mi interior la situación de los pescadores, la de Jesús que en
tantas ocasiones los acompañó.
Alguien ha
querido subir en una barca. Otros observar y admirar los mosaicos de la
basílica de la multiplicación de los panes y los peces.
No hemos
olvidado Mágdala, la población de la que tanto amó al
Señor, pero nos hemos limitado a pasar lentamente e imaginarla moviéndose por
lo que por entonces serían calles. Vuelta a casa satisfechos del todo. Unos 250
kilómetros muy bien empleados.
TERCER DÍA
Era el
último, el de la ilusión. Sencillo pero complicado por las dificultades
políticas que existen. Belén. Santa María, jovencita madre ilusionada con su
Chiquitín. Nos hubiera gustado besar el muro donde estuvo el pesebre en el que
descansó el Niño Jesús. Hemos besado la estrella próxima que conmemora el
Nacimiento. La basílica es la iglesia más antigua que existe. No podíamos
olvidar el campo de los pastores y por el camino por los que espigaba Rut, hoy edificados.
Salir de
Palestina y volver a entrar en Israel. Camino de Betania, meta significativa en
nuestro viaje. En los tiempos de Jesús el camino suponía poco más de 4
kilómetros, a nosotros nos ha supuesto muchos más. El muro de la vergüenza
aumenta significativamente el trayecto. Betania casa de la amistad. Jesús
descansaba con los tres hermanos amigos. He pensado en los lectores, que
imagino siempre son amigos nuestros. La celebración en la antigua iglesia
cruzada ha acogido las muchas ilusiones que en nuestro interior llevábamos.
Pocas visitas hoy, hondo sentido de los lugares. Fin del viaje.