Caminos diferentes, idéntica
meta
P. Fernando Pascual
6-8-2018
La vida cristiana transcurre
de maneras sorprendentemente creativas, según modos de ser y acontecimientos
que hacen diferentes los caminos de cada alma.
Por eso, al leer la biografía
de un corazón amado por Dios, se desvelan matices y hechos que solo se explican
por ese misterioso diálogo entre un Padre misericordioso y un bautizado libre y
"especial".
Así, uno llega al cielo desde
la sencillez de la vida en familia, sin focos, sin aplausos, sin
reconocimientos, casi en el más completo anonimato.
Otro culmina su carrera entre
conferencias y libros, entre aplausos y discusiones, entre críticos y
admiradores.
Hay quien avanza inicialmente
con momentos de fidelidad y amor para más tarde sucumbir ante el egoísmo y la
cobardía. Luego, desde la mirada divina, las lágrimas de conversión permiten el
regreso a casa y llevan al gran milagro del perdón.
La lista de caminos es
inabarcable. Cada uno podría empezar a contar la propia historia, con su sencillez,
con su normalidad, pero siempre con destellos que vienen del encuentro con
Jesús Salvador.
Lo importante es dejarnos
llevar hacia esa meta que Dios ofrece a todos y a cada uno de sus hijos. Una
meta idéntica, porque su Amor de Padre ha querido que las puertas de la
misericordia estén abiertas como posibilidad para todos.
La vida sigue su ritmo. La
monotonía parece ocultar la belleza de lo que ocurre tras la muerte del
salvado, pero no apaga esa llama que se encendió el día de nuestro bautismo.
La luz de Cristo ilumina al
caminante y le abre el acceso a la vida eterna (cf. Jn
1,1-4). La esperanza nos da fuerzas. Dios es fiel, y ha preparado un lugar
entrañable, único, para cada hijo que es invitado al gran banquete de los
cielos.