A Dios le encanta la
mostaza
Lucio del
Burgo
No
despreciemos los pequeño porque el Reino de Dios está ahí.
Recuerdo que
salíamos de Jerusalén y a pocos kilómetros se detuvo el autobús. Después de
unos minutos apareció el conductor y me dijo: <<Padre, estos son unos
granos de mostaza>>. Eran pequeños, muy pequeños. Entonces comprendí la
palabra de Jesús: <<El Reino de Dios es como un grano de mostaza>>.
A Jesús le
encantaba lo pequeño, lo ordinario, lo que pasa desapercibido, lo que nadie ve,
lo que no tiene trascendencia. El favor que haces y nadie se entera.
Recordemos
cuando Jesús está en el templo y observa que una persona mayor echa unas
pequeñas monedas y el Señor alaba el gesto de esa mujer.
No
despreciemos lo pequeño, valora en tu vida los gestos pequeños que haces, los
gestos pequeños de tu vida ordinaria. En lo pequeño está la vida, en lo pequeño
está la ternura y la compasión. En nuestra mano está lo pequeño, podemos
hacerlo.
Este es el
estilo de Dios. Él se acerca a nosotros en lo pequeño. Es la lógica de la
encarnación. Dios se hace pequeño, débil, desvalido, necesitado. Estemos
atentos. Dios pasa a nuestro lado, pasa desapercibido.
Hay que avivar nuestra fe. Necesitamos una mirada nueva para percibir el paso
de Dios en lo pequeño, en aquello que no tiene importancia.
Este es
nuestro estilo de vida como creyentes. Tendríamos que contemplar el mundo y ver
los signos de Dios: un papá dando el biberón a un bebé en el parque, un joven
que ofrece una ayuda para colocar la maleta en el tren, una persona que atiende
con cariño y paciencia en una tienda, un maestro que se interesa por sus
alumnos y gasta su tiempo animando y ayudando… Son pequeñas luces, pequeños
granos de mostaza que podemos encontrar en nuestro mundo y que son un signo de
Dios. Es más, nosotros podemos ser sembradores de estos granos de mostaza.