Señor, danos dirigentes sabios y buenos

P. Fernando Pascual

25-5-2018

 

Se trata de una de las necesidades más urgentes de todos los tiempos: tener dirigentes sabios y buenos, valientes y entregados, serenos y justos.

 

Porque tantos males en las familias, en las escuelas, en los puestos de trabajo, en los pueblos y ciudades, en las regiones y en los Estados, surgen por falta de esos dirigentes.

 

Por eso la Iglesia ha pedido, ya desde los primeros siglos, por los gobernantes y dirigentes, "por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad" (1Tm 2,2).

 

Sí, Señor, hoy te pedimos por nuestros gobernantes y dirigentes, por todos aquellos hombres y mujeres que tengan alguna responsabilidad para acompañar a otros en la búsqueda del bien y la justicia.

 

Ayuda a los padres de familia, para que sepan guiar a sus hijos con paciencia y alegría, con firmeza y comprensión, con tacto y con un buen sentido de la oportunidad.

 

Ayuda a los párrocos y superiores religiosos, para que en su servicio sepan orientar a los bautizados por los caminos de Tu Voluntad, para que la Iglesia sea fuente de amor y servicio en tantos lugares del mundo.

 

Ilumina a los obispos y al Papa, para que no busquen sus propios intereses ni sus ideas personales, sino que sepan guiar, como buenos pastores, al Pueblo de Dios según las enseñanzas del Evangelio y la verdad católica.

 

Acompaña a quienes tengan cualquier responsabilidad pública para que no tengan miedo a enfrentarse ante los prepotentes y los malhechores, sino que fomenten caminos de concordia y de paz, con una mano firme para perseguir las injusticias y con una mente abierta para promover el bien común.

 

Sé, Señor, ayuda de todos aquellos que tengan cualquier responsabilidad sobre otros, para que no se inhiban por comodidad o por deseos de una vida más fácil, sino que sepan arriesgar su tiempo y sus mismas vidas en su servicio como dirigentes.

 

Esto te lo pedimos con un corazón humilde y con esperanza. Porque cada vez que nos concedes ser guiados por almas buenas, prudentes y firmes, el mundo avanza hacia la paz basada en la justicia, y las familias y las sociedades gozan del necesario ambiente que permite alabarte a Ti y ayudar a los más necesitados.