Rezar el Santo Rosario

Rebeca Reynaud

 

En abril del 2008 fue muy sonada la conversión al catolicismo del pastor evangélico, de origen pentecostal, puertorriqueño, Fernando Casanova. Cuando tomó la decisión de convertirse al catolicismo lo comunicó a su esposa y provocó la separación de su pareja; se quedó sin su esposa y sin sus tres hijos. Al entrar a una capilla para buscar el apoyo en Dios, en uno de los bancos de la iglesia ve un Rosario abandonado y entiende que Dios le está pidiendo que lo rece. Para él era algo excesivamente difícil, pero se encara a la Virgen y le dice que está dispuesto a recitarlo por dos peticiones:

- “Que mi esposa e hijos nos reconciliemos”;

- “Que mi esposa, mis hijos y yo entremos en comunión plena con la Iglesia de tu Hijo”.

“Recité el Rosario torpemente y sin fe, pidiendo perdón a Dios por cada diez Avemarías por si eso le gustaba”.

Ese mismo día se reencuentra con su familia y se reconcilia con su esposa. Y justamente un año después de ese “rosario mal rezado”, en la Catedral de Puerto Rico, los dos son recibidos en la Iglesia Católica.

 

San Juan Pablo II escribió: “La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el resucitado!” El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo, en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe (cf. 1 Co 15,14), y revive la alegría de aquellos a los que Cristo se manifestó y el gozo de María (Carta Ap. Rosarium Virginis Mariae, n. 23).

 

Alguien dijo que bastaría que nos tomáramos en serio una frase de Jesús para que nuestra vida se orientara por caminos de salvación. Ojalá nos tomemos no sólo una, sino muchas frases, sobre todo aquella que dice en la Cruz: “He allí a tu Madre”, porque la Virgen es el camino corto para llegar a Dios.

La hermana Lucia de Fátima hizo en 1957 una hermosa apología del rezo del Rosario: “En estos últimos tiempos, la Virgen ha dado una nueva eficacia al rezo del Rosario, hasta el punto de que no hay ningún problema, por difícil que sea, temporal o espiritual, que no pueda ser resuelto por el rezo del Rosario. Con el Rosario nos salvaremos, con él podemos santificarnos, consolar a nuestro Señor y obtener la salvación de muchas almas.” Sólo la gracia de Dios puede romper las resistencias secretas del alma.

 

Se habla mucho del nuevo orden mundial. Sólo los que se forman en el Corazón de la Virgen realmente pueden lograr un nuevo orden mundial. La humanidad no puede salvarse a sí misma. El futuro pertenece a Jesús, Él ha comprado la Historia. Él es el Señor y todo está sujeto a su Reino. “Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo milenio nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo alto (...) puede hacer esperar un futuro menos oscuro”, escribió Juan Pablo II (Rosarium Virginis Mariae, 49). “Con el Rosario podemos alcanzar todo”, decía Santa Teresita del Niño Jesús.

 

Un día Santa Matilde estaba tratando de componer una oración en la que ella pudiera expresar mejor su amor a la Santísima Virgen. Nuestra Señora se le apareció con unas letras doradas que decían "Ave María, llena eres de gracia. "La Santísima Virgen le dijo:" Desiste, querida hija, de tu trabajo. Quiero que sepas que nada me puede dar más gusto que el que digas la salutación que la Más Adorable Trinidad me envió y por la cual Él me elevó a la dignidad de Madre de Dios. Por la palabra "Ave" (que significa Eva), aprendí que Dios en Su infinito poder me preservó de todo pecado y de la miseria a que la primera mujer fue sometida. El nombre de María, que significa "Señora de la Luz", muestra que Dios me ha llenado con sabiduría y luz, como una estrella refulgente, para iluminar los cielos y la tierra. Las palabras "llena de gracia" me recuerdan que el Espíritu Santo ha derramado tantas gracias sobre mí que soy capaz de dar estas gracias abundantemente a aquellos que las piden a través de mí como su Medianera. Cuando la gente dice "El Señor es contigo", renuevan la indescriptible alegría que fue mía cuando el Verbo Eterno se encarnó en mi seno. Cuando ustedes me dicen "Bendita tú eres entre todas las mujeres" Yo alabo a Dios Todopoderoso Quien por su divina misericordia me ha elevado a este exaltado nivel de felicidad. Y con las palabras "Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús", todo el cielo se regocija conmigo de ver a mi hijo Jesucristo adorado y glorificado por haber salvado a la humanidad".

Los Papas Pío IX y Pío X dijeron: Denme un millón de personas consagradas, con el Rosario en la mano, y, con este ejército, salvaremos al mundo. Escribe Ratzinger: “Una constante de la acción de Dios en la historia de este mundo es fundarse en el testimonio de una minoría para mantener la esperanza de la humanidad entera en la nueva fraternidad prometida” (La fraternidad cristiana, p. 109).

Benedicto XVI escribe: “Dos de las más ricas y fecundas plegarias del cristianismo, que conducen siempre a la gran corriente eucarística (son): el Viacrucis y el Rosario. Si hoy nos encontramos expuestos de un modo tan insidioso a la seducción de prácticas religiosas asiáticas, se debe al hecho de haber abandonado estas plegarias” (Ratzinger, Informe sobre la fe, BAC Popular, p. 147).

 

El Papa Francisco dijo: “El Rosario es la oración que acompaña todo el tiempo de mi vida. Es también la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón”.

Letanía: La palabra letanía tiene origen griego y quiere decir súplica. A causa de que la casa de la Virgen fue trasladada a Loreto, la letanía se llama “Lauretana”. Hay varios grupos de invocaciones a Nuestra Señora:

13 para honrar su maternidad

6 para honrar su virginidad

13 invocaciones son figuras simbólicas

4 invocaciones aluden a su misericordia

12 invocaciones de María como Reina.

El poder del Rosario es sobrenatural. No hay palabras humanas capaces de explicarlo, ¡como da serenidad! La vida es preciosa pero es dura, y muchas veces es nuestra Madre Santa María la que acalla nuestra soberbia y nos ayuda.