UN SER PASCUAL

 

Todo lo suyo dice de una tremenda delicadeza.

El tono de su voz o el brillo de su sonrisa.

El rubor de su rostro o la calidez de su mirada.

Todo lo suyo dice de una tremenda delicadeza.

No hace mucho debió pasar por un momento muy especial de su vida.

Allí quedó de lado la delicadeza para dejar paso a la convicción y la fortaleza.

Recuerdo la tarde que me relataba lo que estaba viviendo.

No era nada simple pero lo enfrentaba con tanta convicción que uno no podía menos que admirarle.

Narraba determinaciones muy duras que debía y había tomado con una naturalidad llamativa.

Parecía era muy simple lo que enfrentaba pero las lágrimas de sus ojos mostraban una realidad interior nada simple.

Miedos normales se juntaban con su determinación y ello producía humedad en sus ojos.

Su delicadeza quedó en un costado para dejar paso a una determinación admirable.

Determinación que me hacía admirarle puesto que resultaba imposible no encontrar, siempre, las lágrimas corriendo por sus mejillas.

Con el tiempo todo aquello quedó atrás por más que continúe cuidándose.

La delicadeza volvió a su ser.

Diría que su sonrisa se hizo mucho más luminosa, que el tono de su voz se colmó de ternura y su mirada mucho más cálida.

No creo haya olvidado lo que debió pasar.

No creo haya quedado en su pasado, como una pesadilla, aquellos duros momentos.

Simplemente la gratitud se ha apoderado de su ser y volvió a ser quien era con un algo más de luz y brillo.

Cuando le llevaba la fortaleza de Jesús hecho alimento sabía se aferraba a Él como gran esperanza.

Cuando le comparto a Jesús hecho comida sé que la gratitud brota en ella.

Vivió una Pascua y lo sabe.

Vivió una Pascua y lo disfruta.

Lo grita con todo su ser y ello resulta inocultable.

Lo proclama con la delicadeza de su ser.

Por ello, para mí, resulta un ser Pascual.

En ella es demasiado notorio como para pasar desapercibido.

Sin lugar a dudas el hecho de verle es motivo para que broten en mi interior varias preguntas que no poseen respuestas y que crezca mi admiración.

¿Alguna vez he tenido la oportunidad de vivir una Pascua así como la vivió ella?

¿Cómo actuaría yo en una situación semejante?

¿Sería capaz de tener tanta determinación y fortaleza?

¿Me animaría a vivir una Pascua como lo hace ella?

¿Tendría el coraje de llenarme de luz o viviría en el papel de víctima?

¿Tendría tanta gratitud inocultable en mi ser?

¿Sería un ser Pascual?

Muchas veces me lo pregunto y no logro encontrar respuesta alguna.

En oportunidades me viene su imagen a la mente y ello me invita a reaccionar de manera distinta.

Quizás su realidad sea un índice mostrándome que es posible.

 

Padre Martin Ponce de León. SDB