CADA DÍA SU AFÁN                                                                         Diario de León

 

RESUCITAR ES LA CONSIGNA

 

“Pascua significa paso. El paso de la esclavitud a la libertad. Conmemoramos la resurrección  de Cristo: el paso de la muerte a la vida eterna. Por eso es hora de resucitar esas partes que tenemos escondidas, esos sueños aparcados, que nos llenan de alegría y de ilusión.

Se trata de pasar de la resignación a la acción, de la indiferencia a la solidaridad, de la queja a la búsqueda activa de la solución, de la desconfianza a la fe, del miedo a la valentía. Y ¿qué mejor día que el domingo de Resurrección para reflexionar  sobre lo que hemos de resucitar en nuestra vida?”

Las personas que hayan tenido la curiosidad y el tiempo de leer estas frases, seguramente habrán pensado que se parecen mucho a las que ha pronunciado el papa Francisco el pasado domingo de la Pascua de Resurrección. Y, en efecto, hay unas cuantas expresiones que coinciden con las suyas.

Pueden también pensar que estos párrafos han sido extraídos de la carta cuaresmal de algún obispo. Y, hay que reconocer que todas ellas nos exhortan a contemplar al Resucitado y a considerar que él nos invita a vivir la vida. A vivirla de una forma nueva. A vivirla con esperanza.

Claro que la esperanza no es una actitud pasiva y resignada. La esperanza es virginal.  No se casa con nadie. Admite y atesora el valor de esos sueños que nos llevan a imaginar un mundo más humano. Pero esta niña inquieta que es la esperanza siempre es inconformista. Aspira a un futuro que va más allá de las promesas baratas y gratuitas.

Para los cristianos, la esperanza es un don divino y una impostergable tarea humana. No se puede confundir con el optimismo, pero insiste una y otra vez en sacarnos de nuestra modorra. La esperanza es soñadora, activa y comprometida. Y sobre todo, es una virtud que encuentra en la resurrección de Cristo, su raíz y su estilo, su alegría y su coraje.

Ah ya, que no se quede en el tintero la autoría de estas palabras. Pues no, no son del Papa, aunque bien pudieran serlo. No son de un obispo ni de un vicario. Las ha publicado el domingo de Pascua en las páginas del diario “El Mundo” una persona que milagrosamente vive y nos invita a remar en un “mar en calma”.

Así es, este mensaje de Pascua y de esperanza, de creación y de resurrección nos lo ha regalado Irene Villa. Bien sabemos que su vida es un milagro y que sus escritos son el eco cantarín de una alegría y de un amor a la vida que van más allá de las satisfacciones inmediatas y de las rendiciones a lo políticamente correcto.

Muchas gracias, Irene. Tu ejemplo de perdón, de tenacidad y de lucha por la paz y la justicia nos invita a beber en los manantiales de la vida. Y tu referencia a Jesucristo en un mundo que arranca las cruces y mata a los cristianos es una brisa que reconforta. Mil gracias por ofrecernos la consigna de la esperanza resucitada y resucitadora.

 

José-Román Flecha Andrés