El Rey te espera
José
Martínez Colín
1) Para saber
En esta Cuaresma,
hace unos días, el Papa Francisco reflexionando sobre unas palabras del profeta
Isaías, nos invitaba a que busquemos el rostro de Dios, busquemos la alegría de
estar con Él.
Ciertamente
recibimos muchas gracias y favores de Dios, pero no podemos detenernos ahí.
Esas gracias nos han de llevar al Señor. Si una persona recibe un regalo, ha de
agradecer y llevarle a estimar y amar más a esa persona. El regalo no sustituye
a la persona. Malo se haría si nos dirigiéramos solo al regalo y nos
olvidáramos del donante. La persona es más importante que cualquier regalo.
Pues con Dios sucede lo mismo. Las gracias que recibimos, nos han de llevar a
descubrir su rostro amable y misericordioso. Nos ha de llevar a sentir la
alegría de estar con Él.
2) Para pensar
Había una vez un rey que tenía un gran
castillo. Al pie del castillo estaba la escuela a la que iban todos los niños
del reino.
Todos los viernes, al acabar la escuela, todos
los niños tenían permiso para entrar al castillo y disfrutar de juegos y dulces.
El rey quería mucho a los niños y cada viernes esperaba tras la cortina de su
habitación ver llegar a los niños. Antes, por la mañana, había preparado todos
los juegos y dulces.
Pero poco a poco el rey fue olvidado por los
niños que no sabían de donde salían todo. Unos pensaban que era un castillo
mágico, otros, que sus padres se encargaban. A pesar de ello, el rey seguía preparando
el castillo para los niños.
Un año llegó una nueva familia con una hija al
reino. La niña fue a la escuela y por primera vez entró al castillo. Se quedó extasiada.
Vio que todos corrían hacia los dulces y tiraban las envolturas. Ella las recogió
y las puso en un bote. Encantada pidió a uno de los soldados saludar al dueño
generoso. El soldado sorprendido la llevó a las estancias del rey. La niña llamó
a la puerta y como no le contestaban decidió entrar. Se encontró una sala con
una mesa y un gran banquete y al rey mirando por la ventana y pensando en voz alta:
“…ahí está Fernando, ¡qué bien se lo pasa! pero aún no le conozco... Y también
está Juan, le falta venir a verme…”, y así con cada uno.
La niña carraspeó y dijo “¡Hola! soy Lety y quería
darte muchas gracias por todo”. El rey se volteó y dijo: “¡Qué alegría me das
al venir a saludarme, a jugar y a… ¡limpiar! Acompáñame a comer el gran
banquete”. Una vez comido, la despidió: “Estoy para lo que quieras, te espero
siempre y recuerda que te quiero”. Lety salió muy alegre, sobre todo porque se supo
muy amada por el rey.
Con Dios pasa lo mismo, es el dueño de todo,
nos pone un mundo para gozar de él, pero luego no lo saludamos, y nos quedamos
en “los dulces”. Él nos ama y siempre nos está esperando.
El Papa Francisco
nos invita a pensar: ¿Tengo deseos de estar con Dios? ¿Cómo es ese deseo? ¿Me
conformo con el aperitivo cuando puedo ir al banquete?
3) Para vivir
Existe el peligro
de detenernos en el “regalo”, hay cristianos que están atorados en las cosas de
cada día, dice el Papa, y aunque son buenos, no crecen. Porque la fe es tener
el deseo de encontrar a Dios, de estar con Él, de ser feliz con Él.
Concluyó el Papa
invitándonos a cuidar nuestro deseo de Dios. Pensar en Dios que nos ama y así decirle
siempre que sí con alegría.
José Martínez Colín es
sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)