CADA DIA SU AFÁN
Diario de
León,
APÓSTOLES PARA LOS JÓVENES
En torno a la fiesta de
San José, que se celebra el día 19 de marzo, en muchas diócesis se organiza el
Día del Seminario. Es una buena ocasión para preguntarnos cómo va el seminario
de nuestra propia diócesis. ¿Cuántos seminaristas hay? ¿De donde provienen?
¿Cómo los ha llamado el Señor? ¿Qué significa para ellos seguir a Jesús?
Según el papa Juan XXIII,
“seguir la voz del Señor, que llama, significa encontrar la propia vida para
dedicarla a Cristo y al Evangelio” (16.12.1961). A escuchar esa llamada ha de
ayudar no solo la familia, sino toda la comunidad cristiana. Y para cultivarla,
ahí está el seminario.
El seminario es el
corazón de la comunidad diocesana. Es verdad que la Iglesia es nuestra madre.
Nos ha engendrado y nos ha guiado por el camino de la fe. Pero la Iglesia es
también nuestra hija. Hay que tratar de engendrarla con fe, con esperanza y con
un sincero amor. Todos hemos de preguntarnos por qué caminos ha de discurrir su
andadura en los próximos años.
Hoy nos preocupa el
escaso número de vocaciones al sacerdocio con el que contamos en este momento y
en nuestro ambiente. El problema no es nuevo. Pero hoy nos preguntamos qué será
de una comunidad cristiana que puede carecer de la guía espiritual de estos
pastores elegidos y enviados por el Señor.
En su mensaje para la
Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, el papa Pablo VI escribía que,
frente a la realidad de la escasez de vocaciones, ningún cristiano podría
permanecer indiferente, “sin sentirse culpable de vileza o sin dar prueba de
sensibilidad hacia un deber de cada uno de los
miembros del pueblo de Dios” (15.3.1970).
En este año 2018, el Día
del Seminario tiene un carácter un poco especial. En el próximo tendrá lugar en
Roma el Sínodo de los Obispos, que tendrá como tema “Los jóvenes, la fe y el
discernimiento vocacional”. Así que, en esta ocasión, la jornada del Seminario se
ha centrado en muchos lugares sobre el lema “Apóstoles para los jóvenes”.
Es una buena ocasión para
preguntarse cómo son y cómo viven los jóvenes en nuestro ambiente. Cuáles son
sus esperanzas y también sus frustraciones. Pero es necesario preguntarse qué
significan para ellos Jesucristo, la Iglesia y la fe. Antes de lo que ellos se
imaginan, formarán la generación que ha de recibir la responsabilidad de la
Iglesia.
Pues bien, el Seminario está
ya formando a los que son y han de ser con generosidad y alegría los apóstoles
de estos jóvenes de hoy. Los seminaristas de hoy han de conocer el lenguaje
para dirigirse a ellos. Y seguramente han de escuchar lo que ellos piden a la
sociedad y pueden ofrecerle.
El Seminario puede y debe
ser hogar, escuela y santuario. Y en él han de encontrar los jóvenes de hoy un
espacio para el diálogo, para la oración y para proyectar el futuro.
José-Román Flecha Andrés