Discusiones, ideas y personas

P. Fernando Pascual

10-3-2018

 

Al discutir no solo confrontamos ideas, sino que frecuentemente el debate se centra en las personas. ¿Por qué ocurre esto?

 

La respuesta es sencilla: las ideas "existen" y mantienen su vigencia porque son defendidas por personas concretas.

 

Por eso, quien critica una idea puede fácilmente empezar a criticar también a quien la defiende. Al mismo tiempo, quien sostiene esa idea suele ensalzar a los que la comparten.

 

Aunque resulta comprensible lo anterior, a veces provoca distorsiones en los debates, sobre todo cuando se da más relieve a los defensores de cada idea y menos a los argumentos en cuestión.

 

Para evitar esas distorsiones, conserva validez la reflexión de Sócrates a sus amigos pocas horas antes de morir: no os fijéis en que yo digo esto, sino considerar si es o no es verdadero.

 

De esa reflexión surge el famoso dicho "Amicus Socrates, sed magis amica veritas". Porque la amistad o simpatía que sentimos hacia una persona no debe ofuscar la mente en la búsqueda por la verdad.

 

Por eso, las discusiones bien llevadas no se pierden en ataques o en apologías respecto de las personas, sino que van a fondo sobre cada cuestión, aunque avanzar en la misma pueda llevar a dejar a un lado las opiniones de un amigo.

 

Ello no significa olvidar que las ideas tienen su origen y sus defensores en personas concretas, a veces agrupadas como si se tratase de tifosos de un equipo de fútbol.

 

Pero este hecho, con toda su complejidad, no debe cegar el debate. Porque si discutimos como seres humanos es porque creemos, como creía Sócrates, que el diálogo bien llevado sirve para desenmascarar los errores y para acercarnos a la anhelada meta de la verdad.