Enseñar la doctrina católica
con valentía
P. Fernando Pascual
26-2-2018
Uno de los grandes regalos que
dejó san Juan Pablo II a todos los creyentes es el "Catecismo de la
Iglesia Católica", un documento que recoge con claridad lo que es propio
de nuestra doctrina.
Por desgracia, no todos lo
conocen ni siempre se explica. Incluso algunos temas del Catecismo apenas son
tratados en homilías, conferencias, catequesis, cursos para la primera
comunión, la confirmación o el matrimonio.
Ocurre, y el hecho es real,
que hay católicos que no saben que el aborto es un crimen terrible, o que las
relaciones sexuales fuera del matrimonio son pecado, o que leer horóscopos es
faltar al primer mandamiento de la Ley de Dios.
¿A qué se debe esa ignorancia?
A la falta de valentía para explicar ciertos temas, o al deseo de hablar sobre
otros argumentos más "simpáticos" a la mentalidad de la gente.
En realidad, y según un
hermoso texto del beato Pablo VI, una de las más eminentes formas de caridad
consiste en no menoscabar la doctrina, es decir, en tener valor para ofrecer,
de modo adecuado, la verdad a los fieles (cf. "Humanae
vitae" n. 29).
Ante la confusión moderna, y
ante la presión de algunos medios de comunicación que ocultan cualquier
enseñanza de los Papas que vaya contra las ideologías mundanas y que extrapolan
todo lo que pueda favorecerlas, hace falta tomar, con valentía, el Catecismo y
aclarar las ideas.
Entonces tendremos católicos
mejor formados, desde un tesoro doctrinal de siglos que quedó plasmado en uno
de los textos más importantes de la Iglesia en los últimos años: el "Catecismo
de la Iglesia Católica".