Vivencias e historia
P. Fernando Pascual
3-2-2018
Entre los muchos aspectos que
se pueden estudiar sobre la historia, uno se refiere a la relación entre las
vivencias y la historia.
Nos fijamos solo en un punto.
La historia busca basarse en documentos. Los documentos surgen gracias a normas
vigentes en un tiempo histórico (para iniciar un edificio se requieren
permisos, por ejemplo), a narraciones que presentan hechos concretos, y a otros
testimonios.
Las vivencias, en cambio,
superan lo que pueda decirse por escrito. Uno puede narrar, por ejemplo, cómo
vivió un atentado, pero su texto nunca llegará a expresar la enorme riqueza de
matices que experimentó al presenciar esos momentos tan dramáticos.
Por eso, tras narrar los
hechos, quienes tienen vivencias pueden luego expresar o recordar tantos
aspectos que han quedado fuera de la fijación escrita, y que en su momento
tuvieron una importancia enorme para la propia vida y para quienes participaron
de un acontecimiento concreto.
Así resulta normal que quienes
lean un relato "histórico" sobre hechos recientes en los que hayan
participado como protagonistas o, simplemente, como espectadores, notarán cómo
la crónica o el artículo redactado por otros adolece de errores,
simplificaciones, visiones reductivas, y un largo etcétera.
Desde hace siglos se ha
distinguido entre historia como narración (en latín, "historia rerum gestarum") e historia
como sucesión de hechos que provocan resultados ("res gestae").
Lo segundo escapa a cualquier narración omnicomprensiva, pues nadie puede ser
capaz de recoger y presentar los miles de aspectos que entran en cada evento
concreto, por ejemplo en una batalla.
Hay que añadir que tampoco las
vivencias reflejan la realidad de los hechos, porque lo que permanece en el
corazón tras haber presenciado un acontecimiento o un proceso histórico
concreto depende mucho de la propia subjetividad y de la memoria (con todos sus
límites).
De ahí se deduce que el flujo
de hechos que construyen el devenir humano no puede ser abarcado en ninguna
visión completa del pasado, ni en el mundo de las vivencias ni a través del
acceso a documentos, muchos de los cuales parciales, reductivos, y no pocas
veces distorsionados.
Entonces, ¿podemos conocer
plenamente los hechos humanos? Aunque la respuesta sea negativa, ello no quita
la importancia de volver sobre el pasado para comprender un poco cadenas de
eventos que dejan su huella en los hombres y en las sociedades.
Ello permitirá alcanzar un
poco de luz para evitar errores irremediables (nadie puede modificar la
historia), y para promover decisiones que, al menos como esperanza, permitan
abrirse a resultados de paz y de justicia que tanto anhelan las personas y los
pueblos.