MARÍA, EDUCADORA DE LA FE

Lucio del Burgo ocd

 

España es <<Tierra de María>>. La Virgen está presente en todos los pueblos, incluso los más pequeños. La presencia de la Madre del Señor aquí en Ávila es abundante, las diversas advocaciones, que no menciono porque me dejaría alguna. Es una gracia haber nacido en España, << Tierra de María>>. Es una semilla  que llevamos en el corazón y que hemos de cultivar, regar esta semilla que ha sido depositada en la tierra de nuestro corazón.

En esta homilía quiero señalar a María como educadora de la fe. En primer lugar María educadora de Jesús. María le enseñaría que su pueblo era un pueblo elegido por Dios. María le enseñaría a Jesús lo importante que era el Éxodo, la salida de Egipto. Como Dios los sacó de la esclavitud y lo acompañó en la travesía del desierto.

María enseñaría a Jesús a rezar sobre todo con el libro de los Salmos. Muchos textos de la Biblia los sabría de memoria. María le aconsejaría a Jesús a quedarse en silencio, a hablar a solas con el <<Abba>>. María le indicaría que la Palabra hay que rumiarla y darle vueltas en el corazón.

Pero sobre todo María enseñó y educó a Jesús con su propia vida. María es educadora y primera discípula de Jesús. Dicen algunos pensadores cristianos que cuando Jesús estaba predicando las Bienaventuranzas, en su mente y corazón tenía a la Virgen, como modelo y ejemplo de lo que Él estaba predicando. Jesús no es un predicador abstracto. Los ejemplos que ponía estaban sacados de la vida ordinaria: un sembrador concreto, una viña concreta, una boda concreta… su mensaje es vida.

María también es educadora de todo creyente. Desde aquellas palabras de Jesús en la Cruz: <<Mujer, ahí tienes a tu hijo>>, la Virgen se ha preocupado de cada uno de los creyentes, de ti y de mí. Observemos nuestra vida y encontraremos << las huellas de María>>. Como ella ha ido cuidando de nosotros desde el primer momento de nuestra vida. Qué costumbre más bonita presentar a la Virgen los niños cuando tienen pocos días.

María nos ha llevado a la Iglesia, a la comunidad de los creyentes, donde se escuchan las palabras de Jesús y donde Cristo no es un personaje del pasado sino el Eterno Viviente, el que está presente entre nosotros. Allí donde se reúne la Iglesia está presente la Virgen María.

María nos enseña a rezar, a tratar con el Dios de la misericordia. Pone en nuestros labios el Magnificat como medio de acercarnos a Dios y experimentar la alegría de la salvación. María nos enseña con el Padrenuestro, tantas veces ella lo rezaría siguiendo el consejo de su Hijo. Ella experimentó de una manera inefable, por una gracia especial de su Hijo, lo que significa invocar a Dios como papá y experimentar el abismo de su misericordia.

María nos educa en el testimonio cristiano. <<Haced lo que Él os diga>>. María nos contagia su amor, cariño y ternura de Madre. Especialmente con los más pobres, solitarios y desamparados. El cristianismo se demuestra en las obras, en los concreto y en la vida.

El recuerdo de la Madre de Jesús no ha sido algo estéril en la Iglesia. María siempre nos ha llevado a Jesús, a la Iglesia, a la Eucaristía y a los más pobres. 

Termino con unas palabras del Papa Francisco que nos invita a mirar a María y acogerla en nuestra intimidad como buenos discípulos:

<< No podemos permanecer indiferentes o apartados de la Madre porque perderíamos nuestra identidad de hijos y de pueblo, y viviríamos un cristianismo hecho de ideas y de programas, sin confianza, sin ternura, sin corazón. Pero sin corazón no hay amor y la fe corre el riesgo de convertirse en una bonita fábula de otros tiempos.

La Madre, en cambio, custodia y prepara a los hijos. Los ama y los  protege, para que amen y protejan el mundo. Hagamos que la Madre sea la huésped de nuestra vida cotidiana, una presencia constante en nuestra casa, nuestro refugio seguro. Encomendémosle cada día. Invoquémosla en cada dificultad. Y no nos olvidemos de volver a ella para darle gracias>>.

(Papa Francisco, Basílica Santa María la Mayor, último domingo de enero 28 de 2018).