NECESITAMOS SER ACOMPAÑADOS
Lucio del
Burgo
Es tan
triste caminar solos. Nos aburrimos. Necesitamos la compañía de los hermanos en
todos los sentidos. También en lo espiritual. Cada vez se está sintiendo la
necesidad del otro. Tenemos que luchar contra nuestro individualismo.
“La
dirección espiritual es una ayuda en el camino de la santificación para todos
los fieles de cualquier estado de vida. Actualmente, mientras se observa una
búsqueda de orientación espiritual por parte de los fieles, al mismo tiempo se
advierte la necesidad de una mayor preparación por parte de los ministros, con
el fin de poder prestar con diligencia este servicio de consejo, discernimiento
y acompañamiento. Donde existe dicha práctica, existe renovación personal y
comunitaria, vocaciones, espíritu apostólico, alegría de la esperanza” (Congregación
para el Clero, El sacerdote confesor y director espiritual, n. 66).
Aproximación a esta realidad
Los escritores espirituales nos han
ofrecido diversas definiciones o mejor descripciones. A continuación vamos a
señalar algunas:
“La dirección espiritual es un proceso continuo de formación y
guía, en el cual un cristiano es guiado y alentado en su vocación especial, de
manera que en fiel correspondencia con las gracias del Espíritu Santo pueda
llegar al final de su vocación y a la unión con Dios” (Thomas Merton).
“La finalidad
de la dirección espiritual es ayudar, a la persona a conocer el plan que Dios
tiene para su vida y a poner en práctica diariamente los recursos que Dios le
ha dado para la realización de este plan” (Diccionario de Espiritualidad).
Nuestros
clásicos también tienen una palabra en esta realidad que estamos tratando:
“Gran mal es
un alma sola entre tantos peligros. Paréceme a mí que, si yo tuviera con quién
tratar todo esto, que me ayudara a no tornar a caer…Por eso yo aconsejaría a
los que tienen oración, en especial al principio, procuren amistad y trato con
otras personas que traten de lo mismo; es cosa importantísima…”(Santa Teresa, V
7,20).
Más fuerte es
aún Juan de la Cruz cuando esa soledad dimana de la conciencia de
autosuficiencia en estos caminos difíciles. Con inusitada dureza dirá: “quien
de sí propio se fía, peor es que el demonio” (D 182). Los Dichos y Avisos del
Santo son muy orientadores en el camino espiritual. De hecho nacieron en este
ambiente
El arte de acompañar
La expresión
es del papa Francisco. Acompañar a las personas en esta aventura de la vida es
un arte que se va aprendiendo poco a poco y nunca se acaba de descubrir
realidades nuevas. Es que entra en juego el encuentro con las personas, llenas
de una riqueza interior y semillas del Verbo. Tiene razón el Papa Bergoglio
cuando afirma en Evangelii gaudium:
“En este
mundo los ministros ordenados y los demás agentes pastorales pueden hacer
presente la fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada personal. La
Iglesia tendrá que iniciar a sus hermanos –sacerdotes, religiosos y laicos-
<<en este arte del acompañamiento>>, para que todos aprendan
siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5).
Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de projimidad, con una
mirada respetuosa y llena de compasión pero que al mismo tiempo sane, libere y
aliente a madurar en la vida cristiana” (La alegría del Evangelio, n. 169).
Quiero
subrayar varias orientaciones que me parecen interesantes, en el texto antes
citado. El acompañamiento espiritual viene realizado por sacerdotes, religiosos
y laicos. Hombres y mujeres se están preparando cultural y espiritualmente para
acompañar a sus hermanos en la fe.
El texto
señala una actitud que debe presidir el encuentro del acompañante y acompañado.
Estas son sus palabras: <<todos aprendan
siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro>>.
Importante observación para que esta aventura espiritual de acompañar y ser
acompañado sea un camino del Espíritu, siempre lleno de sanación, compasión y
con una mirada respetuosa. El acompañamiento supera a la terapia. Es mucho más.
Algunas actitudes básicas
Lo que he
dicho anteriormente me parece que es fundamental. Todo lo podemos encontrar en
el Documento que he citado anteriormente. Es sorprendente, orientador y da en
el clavo, no se va por las ramas. A continuación voy a expresar algunas
orientaciones que nos pueden ayudar en el camino. La verdad es que la práctica
es la mejor, ya decían los antiguos que vale más un grano de práctica que una
montaña de teoría.
--- Necesitamos ser acompañados. Crece
nuestra libertad cuando me convierto de errante en peregrino. Hay mucha gente
en nuestra sociedad que no sabe dónde está, está desorientada, va de un sitio
para otro. Giran en torno a sus experiencias y sentimientos. Les vendría muy
bien encontrar una persona amiga que le ofreciera con sencillez y humildad
algunas indicaciones.
--- ¡Qué importante es saber escuchar! Una
de las cosas que más necesitan los hombres y mujeres de hoy, es ser escuchados.
Sin prisas, una escucha sin juzgar. Porque el acompañante no lo sabe todo. Es
también un discípulo al encuentro del Maestro. “La escucha activa parte del
convencimiento de que es mucho más importante lo que escuchamos que lo que podemos decir” (Antonio Ávila, Acompañamiento
espiritual, “Vida Nueva n. 3063 (2017) 28). El mismo papa Francisco nos
advierte: “Solo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar
los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano,
las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar
lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida” (La alegría del Evangelio
171).
--- Una pedagogía del poco a poco. No todo
se consigue de la noche a la mañana. Hay que saber esperar. Todos nuestros
clásicos nos han insistido en esta regla maestra de la vida espiritual. El papa
Francisco cita a Pedro Fabro: “El tiempo es el mensajero de Dios”. Hay que dar
tiempo al tiempo. Esta orientación va en contra de nuestra forma de ser. No
somos una máquina de bebidas, echas las monedas y aparece el producto. La vida
espiritual es todo lo contrario, las realidades más hondas de la persona van
madurando poco a poco.
--- El misterio de la persona. Cada sujeto
es único. No hay dos personas idénticas. Somos muy rápidos a la hora de emitir
juicios sobre las acciones y comportamientos. Siempre y en todas las
situaciones hemos de ser pacientes y compasivos. Hay que invitar una y otra vez
a la aceptación personal, a cargar con la cruz, a seguir buscando, a salir de
nosotros mismos y a proclamar el Evangelio.
--- En todo
el trayecto tiene un papel significativo
la confianza, la amistad y la cordialidad. Es el mejor clima para que
crezca el Evangelio como Nueva Noticia, para los hombres y mujeres de hoy. ¿Qué tendrá la amistad que
hace crecer todas las realidades humanas y divinas? Los místicos nos han
elogiado la amistad y han tenido muchos amigos. Dios fue para los grandes
creyentes el mejor amigo con el que se unieron con un amor eterno. El mejor y
más fértil humus que puede encontrar el acompañamiento espiritual es sin duda
alguna la amistad.
Una larga tradición
La
Congregación del Clero resume en pocas líneas la historia de la dirección o
acompañamiento espiritual. Estas son sus palabras:
“La
dirección o acompañamiento y consejo espiritual ha existido durante los siglos,
al inicio, sobre todo por parte de monasterios (monjes de Oriente y de
Occidente) y en lo sucesivo también por parte de las diversas escuelas de
espiritualidad, a partir del Medioevo… Aunque haya prevalecido la dirección
espiritual impartida por monjes y por sacerdotes ministros, siempre ha habido
fieles (religiosos y laicos) — por ejemplo Santa Catalina — que han prestado
dicho servicio. La legislación eclesiástica ha recogido toda esta experiencia y
la ha aplicado sobre todo en la formación inicial a la vida sacerdotal y
consagrada. Hay también fieles laicos bien formados — hombres y mujeres — que realizan
este servicio de consejo en el camino de la santidad” (n. 65).
Esta larga y
rica tradición ha cristalizado en multitud de formas. Acercarse a esta
corriente tan caudalosa nos ilumina en la experiencia cristiana. No somos los
primeros en descubrir este manantial de sabiduría.